Noche histórica para 'Thaïs' y Marina Rebeka

Milán

22 / 02 / 2022 - Andrea MERLI - Tiempo de lectura: 4 min

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thais-operaactual-scalla (3) Marina Rebeka (Thaïs) y Lucas Meachem (Athanaël) © Teatro alla Scala / BRESCIA & AMISANO
thais-operaactual-scalla (3) Los bailarines Emanuela Montanari y Massimo Garon © Teatro alla Scala / BRESCIA & AMISANO
thais-operaactual-scalla Una escena del montaje de Olivier Py © Teatro alla Scala / BRESCIA & AMISANO

Teatro alla Scala

Massenet: THAÏS

Nueva producción

Marina Rebeka, Lucas Meachem, Giovanni Sala, Caterina Sala, Anna-Doris Capitelli, Valentina Pluzhnikova. Dirección musical: Lorenzo Viotti. Dirección de escena: Olivier Py. 19 de febrero de 2022.

Volvía después de 80 años Thaïs a Milán, siendo la precedente y única la del estreno en el Teatro alla Scala en 1942, en pleno conflicto mundial y bajo las bombas de las fuerzas aliadas. Y fue un éxito rotundo en esta tercera función de su reestreno milanés con un aforo completo, si bien sometido aún a las reglas Covid de mascarilla, toma de temperatura y pasaporte de vacunación. Un triunfo como no se escuchaba desde los tempos de la Caballé (para poner un ejemplo) para la protagonista, Marina Rebeka. Y no fue para menos: la soprano de Letonia atraviesa un momento de gloria por poderío vocal, dotada de una técnica depurada que le permite pasearse por los escollos de una partitura muy comprometida con pianísimos sugerentes, messe di voce fantásticas, agudos proyectados con seguridad pasmosa, sumándose a estos tesoros una interpretación sutil, matizada y de gran efecto teatral ayudada por una figura elegante. Una delicia.

"Rebeka atraviesa un momento de gloria por poderío vocal, dotada de una técnica depurada que le permite pasearse por los escollos de una partitura muy comprometida"

No se quedó atrás el resto del reparto, empezando por el barítono norteamericano Lucas Meachem, llegado a sustituir al previsto Ludovic Tézier, que tuvo que renunciar por dar positivo de Covid, que resultó para todos una gratísima sorpresa, bordando el rol de Athanaël con una pronunciación perfecta y conocimiento del peculiar estilo francés, que prevé el falsete en la emisión, y resultando también un gran actor. Otro acierto fue la entrega del tenor Giovanni Sala (Nicias), del que se atisba un afortunado porvenir artístico junto al resto de un reparto sin fisuras, empezando por la excelente Charmeuse de la soprano Federica Guida, pasando a la Myrtale y Crobyle, respectivamente defendidas por Anna-Doris Capitelli y Caterina Sala, sin olvidarse de tres elementos surgidos de la Accademia della Scala en roles menores: el bajo In Sung Sim, la mezzosoprano Valentina Pluzhnikova y el tenor Jorge Martínez.

La Orquesta y el Coro de La Scala, este último bajo las ordenes de Alberto Malazzi, siguieron la no menos que excepcional batuta de Lorenzo Viotti, para quien el público decretó otro sonado triunfo por su lectura apasionante y que puso en evidencia el rico cromatismo de esta partitura exquisitamente decadente y exótica. Su momento mágico llegó con la célebre meditación de Thaïs, propuesta como colofón a la primera parte de la ópera, en la que se lució el primer violín, la spalla de La Scala.

El público apreció también la nueva producción del regista Olivier Py, con la escenografía y vestuario de André Weitz, iluminación de Bertrand Killy y coreografía de Ivo Bauchiero. Py diseñó una ambientación contemporánea y un gran mecanismo escénico, insistiendo en el componente blasfemo de la corrupta Alejandría. Sin embargo, la música y el texto indican otro camino, menos vulgar y estridente. Pero hoy en día con decir que se han visto cosas peores el público ya se conforma.  * Andrea MERLI, corresponsal en Milán de ÓPERA ACTUAL