CRÍTICAS
INTERNACIONAL
Un 'Onegin' con nervios en el escenario y serenidad en el foso
París
Théâtre des Champs-Élysées
Chaikovsky: EVGENI ONEGIN
Nueva producción
Mireille Delunsch, Gelena Gaskarova, Alisa Kolosova, Jean–François Borras, Jean–Sébastian Bou, Jean Teitgen, Delphine Haidan, Yuri Kissin, Marcel Beekman, Stanislas Siwiorek. Dirección musical: Karina Canellakis. Dirección de escena: Stéphane Braunschweig. 10 de noviembre de 2021.
Seis años después de su puesta en escena de Norma (reseñada en ÓA 187) volvió Stéphane Braunschweig al elegante Théâtre des Champs Élysées de París con parecidas ideas, vale decir encerrar a sirios y troyanos en recintos bien delimitados (diseñados por él mismo) para subrayar su dependencia del medio social en el que evolucionaban. La propuesta pareció aquí oportuna dado que lo mismo el protagonista que su enamorada tuvieron muy en cuenta las convenciones del mundo que les rodeaba. Ella las aceptó siempre y sin ambages, y si bien él las rechazó en su juventud, se arrepintió luego de su pretérita falta de juicio. El director de escena puso especial cuidado en la dirección de actores hasta el punto de distraerlos de su ocupación principal, el canto.
En Gelena Gaskarova –timbre cristalino, agudos sin mácula, expresiva siempre– se vio al principio una Tatiana un tanto febril, insegura, que no consiguió convencer en la escena de la carta y se vio luego a otra Tatiana durante el tercer acto, serena, vocalmente perfecta, compatible con la madurez que le habían aportado la edad (del personaje) y su inesperado matrimonio. Su hermana en el escenario –Alisa Kolosova– vistió el personaje de Olga segura de sí, sin dudas ni temores tanto vocalmente como dramáticamente. De entre los demás personajes femeninos sobresalió Mireille Delunsch –Larina– por su dominio de la escena y siempre en línea con la partitura. Delphine Haidan cumplió en el rol de Filipevna.
Como de costumbre la canción de Gremin –esta vez cantada por Jean Teitgen–, permitió al artista llegar, cantar, ser aplaudido e irse por el foro. Y casi lo mismo se dirá del personaje de Monsieur Triquet interpretado por Marcel Beekman en esta ocasión.
Algo tardó Jean-François Borras –Vladimir Lensky– a ser reconocido por el público. Llegó la salva de aplausos con su bellísimo adiós a la vida al borde del duelo con su antiguo amigo, que interpretó con emoción, poniendo alma y vida en cada frase, en cada inflexión de voz. Por desgracia, fue solamente durante el diálogo final con su enamorada Tatiana que Jean-Sebastien Bou se salió por completo de dudas e indecisiones para ofrecer una interpretación dramática y vocal, desgarradora, testigo de la desesperación –sentimiento bien romántico– del personaje protagonista. Completó el reparto masculino Yuri Kissin en los papeles de Zaretski y el capitán.
Si bien hubo dudas y algún que otro error en el escenario –era una première–, no ocurrió lo mismo en el foso. Karina Canellakis mantuvo el nivel sonoro compatible con las voces y respetó el ritmo previsto en cada instante contra viento y marea, y si por las razones que fueren las cosas no iban del todo bien en el escenario, la batuta de la directora no modificó el momento musical que marcaba la partitura.
Vayan finalmente aplausos para el trabajo del Coro al mando de Salvatore Caputo, no solo por el trabajo vocal –inmejorable–, sino también por sus bien mesuradas evoluciones. * Jaume ESTAPÀ, corresponsal en París de ÓPERA ACTUAL