Musika-Música y su extraordinaria oferta

Bilbao

13 / 03 / 2020 - José Miguel BALZOLA - Tiempo de lectura: 3 min

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Aude Extrémo y el tenor Julien Dran formaron un dúo magnífico cantando Offenbach © MITXI

Festival Musika-Música

Diversos conciertos y recitales

Varios compositores, orquestas, coros e intérpretes. Euskalduna Jaureguia, (varias salas). 6 al 8 de marzo de 2020.

El lema general de la edición 2020 del Festival Musika-Música que en un fin de semana inunda Bilbao de conciertos y recitales, era Destino París, y se centraba sobre todo en compositores vascos que hubieron de ir a la capital francesa para completar su aprendizaje. Una parte importante de este repertorio se interpretó en esta edición junto a la de otros autores, franceses y de diversas nacionalidades, que residían en París en un amplio y fructífero periodo en torno a finales del siglo XIX y comienzo del XX. Mucha música orquestal e instrumental, entretejida con obras sinfónico-corales y recitales de voz.

El primero de estos presentó a Ainhoa Zubillaga con el acompañamiento no siempre muy acertado de Francisco Poyato; aún con la voz algo cogida, la mezzo donostiarra tiene un instrumento que impresionó en los dramáticos y bellísimos poemas de Baudelaire con música de Duparc. También acompañada por Poyato, con su acostumbrada limpieza, cuidada expresión y expresivo fraseo, la soprano Olatz Saitua ofreció una selección de mélodies de Fauré y Hahn junto a canciones de Emiliana de Zubeldia, tan raras veces escuchadas.

"Interesante la velada a cargo de Miren Urbieta-Vega y Roger Padullés, con Rubén Fernández Aguirre al piano, quienes se centraron en la compositora e insigne pedagoga Nadia Boulanger"

Otra cita interesante fue la protagonizada por la soprano Miren Urbieta-Vega junto al tenor Roger Padullés y con Rubén Fernández Aguirre al piano, artistas que se centraron en la compositora e insigne pedagoga Nadia Boulanger, primero en su entorno familiar –Ernest y Lili– y profesional –Fauré– para seguir con la obra de sus discípulos de allende el Océano, como Piazzolla, Gershwin y Bernstein; en la obra de Boulanger, ambos intérpretes se repartieron diez canciones, luciéndose en voz y estilo; en los compositores americanos Padullés tuvo algún fallo de memoria en la preciosa canción Lady be Good que, por más educación francesa que adquiriera, Gershwin sin swing no es nada; Fernández Aguirre aportó el complemento pianístico con maestría e inteligencia musical de primera.

Naroa Intxausti y Aurelio Viribay compusieron un bello programa con canciones de matiz popular de Ravel –seis griegas–, de Guridi –seis castellanas– y Arámbarri –ocho vascas–. Ambos artistas, sumamente bien conjuntados, dieron apropiado pulso y ajustada expresión a estas canciones, que así interpretadas pueden ponerse en la altura de lo mejor de la canción culta.

Con el acompañamiento orquestal de Les Musiciens du Louvre –¡que categoría de conjunto!– dirigidos por Pierre Dumoussaud, la mezzo Aude Extrémo y el tenor Julien Dran, ella con voz franca y poderosa y él un tenor lírico de fácil agudo, hicieron un monográfico Offenbach lleno de guiños al humor y el amor: una delicia.

En el ámbito sinfónico-coral se repitió el Gloria de Poulenc que inauguró las jornadas y la Orquesta del Principado de Asturias presentó una obertura de Berlioz junto a escenas del Fausto de Gounod, éstas con el concurso de la Sociedad Coral, que estuvo lejos de su espléndida actuación en el Gloria.

El maratón musical es genial para padres, hijos, abuelos y nietos, para vivir la música en familia, una delicia para los melómanos. Es un gozo, además, ver y oír a jóvenes de los conservatorios cercanos tocar en sus conjuntos y una gran alegría cuando lo hacen con un nivel de excelencia como demostraron los chicos de Ávila y los de León, por ejemplo, y un gozo aún mayor cuando se oye a una jovencísima Ainhoa López de Muniain, una soprano de un conservatorio donostiarra, ensayando con gracia y estilo nada menos que L’enfant et les Sortileges…