Marlis Petersen, entre el viaje interior y el ‘mindfullness’

Madrid

26 / 11 / 2021 - José María MARCO - Tiempo de lectura: 2 min

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CNDM 21-22. LIED. MARLIS PETERSEN. STEPHAN MATTHIAS LADEMANN Marlis Petersen y el pianista Stephan Matthias Lademann © CNDM / Rafa MARTÍN
CNDM 21-22. LIED. MARLIS PETERSEN. STEPHAN MATTHIAS LADEMANN Marlis Petersen y el pianista Stephan Matthias Lademann © CNDM / Rafa MARTÍN

Centro Nacional de Difusión Musical

Recital de MARLIS PETERSEN

XVIII Ciclo de 'Lied'

Obras de Karl Weigl, Richard Strauss, Johannes Brahms, Hugo Wolf, Max Reger, Reynaldo Hahn, Henri Duparc, Gabriel Fauré, Richard Rössler, Gustav Mahler. Stephan Matthias Lademann, piano. Teatro de La Zarzuela, 23 de noviembre de 2021.

Hay que agradecerle a Marlis Petersen la presentación de un programa variado y ecléctico, que alternaba piezas conocidas y otras apenas frecuentadas, reunidas en torno a los motivos del amor, de lo nocturno: en dos palabras: lo interior y lo íntimo. El arco iba desde un Lied crepuscular y en medias tintas del poco conocido Karl Weigl (“Seele”, “Alma”), hasta el célebre “Urlicht” (“Luz primigenia”), del Des Knaben Wunderhorn de Mahler, pasando por el estricto Lied romántico alemán, con Brahms y Wolf de protagonistas y la mélodie francesa, de la que Petersen escogió la preciosa À Chloris de Hahn, la sublime Chanson triste de Duparc y la muy lírica Notre amour de Fauré.

"Petersen también supo gestionar con delicadeza las melodías francesas, de las que extrajo esa melancolía y esa punta de levedad irónica tan característica"

Como Petersen es una cantante de reconocido y bien ganado prestigio como actriz, no dejaron de aparecer algunos apuntes dramáticos, que se prestan a una teatralización más efectista, como el “Verzagen” (“Desesperación”) de Brahms, en la que la soprano alemana lució su autoridad y la amplitud de su registro. También supo gestionar con delicadeza, desde el centro, las melodías francesas, de las que extrajo esa melancolía y esa punta de levedad irónica tan característica. Sin embargo, a pesar del esfuerzo evidente y de la voluntad innegable, la voz de Marlis Petersen no acaba de encajar en el repertorio liederístico: le falta variedad de color y densidad, lo que redunda en una cierta monotonía expresiva. La actriz que lleva dentro se empeña en cantar con intimidad, pero el instrumento no la sigue del todo porque tiende a la estridencia, y el viaje por territorios que requieren matices muy sutiles acaba evocando un recorrido por una zona poco variada y amena.

No contribuyeron a mejorar la impresión las intervenciones habladas en las que la soprano, con esa dosis de moralina tan propia de los tiempos que corren, exhibió su particular entusiasmo por algo parecido al mindfulness. El pianista Stephan Matthias Lademann resultó crucial para el buen desarrollo el recital, con un acompañamiento matizado, pletórico de colores y una línea de canto impecable y sin fallos.  * José María MARCO, corresponsal en Madrid de ÓPERA ACTUAL