CRÍTICAS
NACIONAL
Marina rinde homenaje a Abramović
Barcelona
Gran Teatre del Liceu
Marina Abramović: 7 DEATH OF MARIA CALLAS
Estreno en España
Gilda Fiume, Vanessa Goikoetxea, Benedetta Torre, Antonia Ahyoung Kim, Rinat Shaham, Leonor Bonilla y Marta Mathéu. Marina Abramović, actriz-performer. Willem Dafoe, actor. Orquestra Simfònica del Gran Teatre del Liceu. Cor del Liceu. Dirección musical: Antonio Méndez. Dirección de escena: Marina Abramović. 9 de marzo de 2023.
La legendaria soprano Maria Callas, de quien se celebra este 2023 el centenario de su nacimiento, cantó en una única ocasión en el Gran Teatre del Liceu de Barcelona, en un concierto en mayo de 1959. Pero ello no significa que el público barcelonés no la reconozca como una de las figuras más relevantes de la lírica internacional del siglo XX. Los responsables del coliseo de La Rambla han querido sumarse a los homenajes que se le están realizando en todo el mundo con este espectáculo 7 Deaths of Maria Callas (ver enlace), una ópera-performance, ideado y protagonizado por la artista Marina Abramović (entrevista en este enlace). La creadora serbia ha sido pionera de la performance y la exploración de nuevos lenguajes artísticos a lo largo de su aclamada trayectoria de más de cuatro décadas, dedicándose a repensar los límites y las posibilidades del cuerpo femenino, siempre desde un punto de vista autobiográfico y sin pudor a mostrar su intimidad. Una artista en cuyas performances suele ser la auténtica protagonista, tal y como sucede en este espectáculo inspirado en la Callas de unos 90 minutos de duración en el que la autora aparece interpretando a la Divina en su lecho de muerte en el apartamento de París donde falleció el 16 de septiembre de 1977. Desde un lado del escenario espera a su fiel sirvienta mientras se reproducen siete muertes en otras tantas arias famosas que Callas cantó en su impresionante carrera.
La protagonista absoluta es la propia Marina Abramović, quien aparece en los trabajados y espectaculares vídeos que ocupan el inmenso escenario del Liceu representando a los siete personajes que se suceden en escena, cada uno con su propia circunstancia, imágenes que ilustran el aria que se canta y en los que aparece acompañada del carismático actor Willem Dafoe, quien representa a Onassis. Los vídeos son lo más destacado del espectáculo, en los cuales la artista ofrece una actuación siempre sugestiva y con una plástica, iluminación y vestuario muy trabajados. Destacan especialmente el colorido y la fuerza del vídeo dedicado a Carmen de Bizet o el de Tosca, en el que Abramović cae desde un rascacielos de Nueva York sobre un coche del que explotan sus cristales como si fuesen brillantes. Otros, como el dedicado a Violetta Valéry, que abre el espectáculo, tienen un mayor sentido hacia la vida de la cantante recreando sus últimos momentos junto a la aparición de Dafoe como Onassis que acabó visitándola en sus últimos años en París. hay otros más crudos y sangrientos, como el de Lucia Asthon, en el que la artista rompe espejos y jarrones mientras salpica sangre, o el dedicado a Desdemona, en el que es estrangulada no por Otello, sino por una enorme serpiente.
No sucede lo mismo, en cambio, con la floja música introductoria y de relleno del compositor serbio Marko Nikodijević, que cuenta con una correcta participación del Coro del Liceu en su tramo final, tras las arias. A La poco destacable dirección musical de Antonio Méndez, sin intensidad alguna en las conocidas selecciones de ópera, se unió a la poco convincente y estática concepción actoral de las siete cantantes que entran siempre desde la izquierda del escenario caminando pausadamente y vestidas de sirvientas. Las intérpretes fueron en general correctas, y poco más, sobresaliendo Vanessa Goikoetxea como Tosca y, especialmente, Leonor Bonilla como la protagonista de Lucia di Lammermoor, que fue la única que recibió un caluroso aplauso del público tras su aria.
Los vídeos y las arias se unen por los interludios de Nikodijević y, visualmente, por imágenes de unos cielos muy vistosos y unos textos grabados por la protagonista muy rimbombantes pero poco emotivos, hasta que finalmente el espectáculo se convierte en la recreación de la habitación de Maria Callas donde falleció en París, mientras la artista se levanta de la cama y sale de escena para que las sirvientas-cantantes la limpien y la cierren cubriendo los muebles y espejos con telas negras, en una escena muy extensa, de unos veinte minutos, nuevamente con un texto bastante débil aunque acorde al espíritu de la artista serbia.
La propuesta finaliza con un fragmento del ‘Casta diva’ de Norma en una grabación de Callas, un oasis entre el peso de la presencia de Abramović, que en ese momento aparece en la boca del escenario enfundada en un espectacular y luminoso vestido dorado interrumpiéndose la grabación sin finalizar, marcando la muerte de La Divina.
El espectáculo parece ralentizar el tiempo y se disfruta con el tempo de la mayoría de sus performances, como su famosa actuación en el MoMa de Nueva York (2010) en la que permanecía ocho horas durante varios días sentada en una silla frente a otra vacía que iban ocupando cientos de visitantes a los que miraba a los ojos. Los seguidores de la artista, muy numerosos, salieron encantados del espectáculo que fue aplaudido con profusión, mientras que los fans de la Callas y los operófilos en general quedaron huérfanos al descubrir que la Callas solo era un pretexto para la artista, con una propuesta musicalmente floja, visualmente atractiva y emocionalmente bastante fría. * Fernando SANS RIVIÈRE, director de ÓPERA ACTUAL
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