CRÍTICAS
NACIONAL
María Bayo o la voz de la experiencia
Gijón
Teatro Jovenallos
DIVINA CLEOPATRA
Obras de Händel, Sartorio, Hasse, Piazzolla, Guastavino, Massenet, Messager, Weill y Poulenc. María Bayo, soprano. Gregorio Ferrer (acordeón), Pablo Martorell (Guitarra/tiorba), Joan Palet (violonchelo). Dirección musical: Dani Espasa. Dirección escénica: Marc Rosich. Teatro Jovellanos, 28 de mayo de 2021.
Cumplir años es motivo de honda preocupación para los artistas. Como ocurre con los deportistas olímpicos, el paso del tiempo y un mercado inmisericorde, siempre en busca de una nueva figura, no juegan a favor de quienes han dedicado su vida a labrar una carrera con sentido, respetada y, a la postre, exitosa.
El pasado diciembre, durante una entrevista motivada por la concesión de la Medalla de Oro al Mérito en las Bellas Artes, la soprano María Bayo –referente de la lírica nacional y Premio Nacional de Música en 2009– lamentaba que, de un tiempo a esta parte, «ningún teatro de ópera» llamaba a su puerta. Una situación a la que ha tratado de dar la vuelta, tomando las riendas de un espectáculo propio, Divina Cleopatra, que el pasado 28 de mayo recalaba en el Teatro Jovellanos de Gijón, para la clausura de la temporada de la Sociedad Filarmónica local. Justo el día en que la soprano de Fitero (Navarra) celebraba su cumpleaños.
Estrenado el pasado marzo en el Teatre Poliorama de Barcelona, Divina Cleopatra es, durante la primera parte, un recital casi más contado que cantado, en el que Bayo rinde homenaje a la emperatriz del Nilo –»un espíritu completamente libre que no se deja doblegar, y eso es lo que más me atrae de ella»–, con fragmentos de arias de Händel, Sartorio y Hasse, intercaladas con reflexiones sobre esta figura histórica, su propia vida y la profesión de cantante. Un reencuentro con el teatro de texto, tras debutar hace tres años como actriz en la obra Masterclass, de Terence McNally, metiéndose en la piel de Maria Callas.
Evidentemente la voz de Bayo no es la misma que puede escucharse en las numerosas grabaciones que jalonan su currículo profesional, como el «V’adoro, pupille» del Giulio Cesare de Händel junto a René Jacobs que abre el espectáculo. El instrumento avanza con la vida, y quien esperase encontrarse en Gijón con aquella cantante puede que sintiera una cierta sensación de sorpresa. Superada esa impresión inicial, el público pudo disfrutar de una artista, en toda la extensión de la palabra, que aún tiene mucho que decir. Quizá no mediante los agudos estratosféricos por los que algunos aficionados miden, como al peso, la calidad de un espectáculo. Pero sí a través de su magisterio, experiencia, musicalidad y elegancia sobre las tablas. Toda una lección de adaptación y lucha contra las dificultades que constatan a maría Bayo como la voz de la experiencia.
Es cierto que la sala es poco generosa con la voz, y que la ligera amplificación no ayudó en numerosas ocasiones. Ciertas partes del programa no terminaban de encajar por lo extemporáneo de asociar algunas de las obras interpretadas con la figura de Cleopatra. Tampoco se puede dejar de resaltar la inteligencia de Bayo a la hora de rodearse de un equipo musical de primer nivel, con la dirección de Dani Espasa, fundador y director del grupo Vespres d’Arnadí, que firma una exquisita versión musical; y tres instrumentistas de altura, Joan Palet, Gregorio Ferrer y Pablo Martorell compartiendo espacio escénico.
La segunda mitad del espectáculo, apenas sin descanso y con canciones de Piazzolla, Guastavino, Messager, Weill y Poulenc tuvo bastante más interés y valor, al representar de forma mucho más veraz a la artista que María Bayo es hoy, frente al recuerdo que domina la primera parte. A destacar el monólogo de Antonio y Cleopatra de William Shakespeare, encadenado con la escena final de la Cléopâtre de Massenet.
«Todavía queda tanto por hacer…», afirma Bayo en una de las líneas del acertado texto de Marc Rosich. La puerta abierta por el Centre de Perfeccionament del Palau de Les Arts de Valencia, donde desde el próximo septiembre se encargará del asesoramiento, seguimiento y evolución de los artistas, tanto a nivel técnico como interpretativo, marca un nuevo capítulo en la carrera de quien, durante años, ha sido LA soprano española. Y que ahora canta, y enseña, con la voz de la experiencia.
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