Madrid: Strauss y el teatro de la vida

29 / 05 / 2019 - Jose María MARCO - Tiempo de lectura: 2 minutos

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Christof Loy propone un montaje en el que se sirve de los dilemas intelectuales y sentimentales de una mujer para ahondar en el derrumbamiento de la cultura europea © Teatro Real / Javier DEL REAL
Christof Loy propone un montaje en el que se sirve de los dilemas intelectuales y sentimentales de una mujer para ahondar en el derrumbamiento de la cultura europea © Teatro Real / Javier DEL REAL
Christof Loy propone un montaje en el que se sirve de los dilemas intelectuales y sentimentales de una mujer para ahondar en el derrumbamiento de la cultura europea © Teatro Real / Javier DEL REAL
Christof Loy propone un montaje en el que se sirve de los dilemas intelectuales y sentimentales de una mujer para ahondar en el derrumbamiento de la cultura europea © Teatro Real / Javier DEL REAL

Teatro Real

Richard Strauss: CAPRICCIO

Nueva producción

Malin Byström, Josef Wagner, Norman Reinhardt, André Schuen, Christof Fischesser, Theresa Kronthaler, John Graham-Hall, Leonor Bonilla, Juan José de León, Torben Jürgens. Dirección: Asher Fisch. Dirección de escena: Christof Loy. Orquesta Titular del Teatro Real. 27 de mayo de 2019.

El Cappriccio straussiano, presentado por primera vez en el Teatro Real, es obra compleja. Puede ser tomada como una reflexión final acerca de un género que muere con ella, en pleno derrumbamiento de la cultura europea, o bien puede ser abordada como una reflexión acerca de los dilemas intelectuales y sentimentales de una mujer joven, el mejor espejo posible de cualquier realidad vital.

El director de escena Christof Loy, que naufragó en el Real con una Lulú incomprensible, optó en este montaje por la segunda vía, y solo a partir de ahí se entrevé sutilmente la primera cuestión. Va evocada en un salón gris, despojado, del que quedan solo una chimenea y un gran espejo opaco, y en el que evolucionan personajes con vestidos modernos y en algún caso dieciochescos, con una condesa desdoblada en una niña, una muchacha joven –la bailarina– y otra mayor, muda y reflexiva.

La soprano sueca Malin Byström fue la encargada de dar vida a la Condesa, en cuanto a actuación, resultó un poco demasiado excesiva en los gestos, no así en el canto, con una voz dramática, de colores oscuros, tersa y versátil, capaz de sostener sin un solo fallo la extraordinaria línea de canto escrita por Strauss. Deslumbró en el monólogo final. El bajo Christof Fischesser dio vida a un extraordinario y muy moderno La Roche, encarando su gran defensa del teatro con soltura, profundidad y convicción. Bien el conde de Josef Wagner y excelente el Olivier de André Schuen, joven barítono lleno de ardor, con una voz resplandeciente, muy masculina.

© Teatro Real / Javier del Real

Malin Byström como la Condesa junto al Oliver de André Schuen

Norman Reinhardt, de voz un poco pequeña, cumplió sin embargo con Flamand. La mezzo Theresa Kronthaler resolvió con soltura, limpieza y agilidad el papel de Clairon, mientras que Leonor Bonilla y Juan José de León se lucieron en sus parodias de la pareja de cantantes italianos que requieren de una técnica infalible. El Monsieur Taupe de John Graham-Hall fue todo lo doliente y ambiguo que exige el personaje. Muy bien el mayordomo de Torben Jürgens, y de auténtico lujo, los ocho criados.

Al frente estuvo el maestro Asher Fisch, buen conocedor de Strauss, que demostró el pulso suficiente para mantener lo más difícil de esta partitura, que es la fluidez, compatible con la perpetua variación de modulaciones y una expresividad cambiante sin tregua, desde la parodia a la más fina evocación. La Orquesta Titular respondió con generosidad y delicadeza, a la altura de una escritura que requiere conjunción y, en muchos casos, auténticos solistas. Gran éxito de una función que pasará a la historia del teatro.