CRÍTICAS
NACIONAL
Madrid: Patriotismo constitucional
Temporada ORCAM
Chuca: CÁDIZ
Versión de concierto
Ana Ibarra, Alejando del Cerro, Alfonso Baruque, Felipe García-Vao, David Rubiera, Victoria Marchante, Isabel Egea, Simón Andueza, Fernando Rubio, Félix Redondo. Dirección: Víctor Pablo Pérez. Orquesta y Coro de la Comunidad de Madrid. Auditorio Nacional, 17 de septiembre de 2019.
Cádiz es una obra maldita por haber celebrado la gloria del constitucionalismo y del pueblo español justo antes del desastre del 98. Quedó como la expresión más nefasta de patrioterismo, siendo así que es una obra, como de Federico Chueca, ajena a cualquier exceso retórico: variada, entretenida y con ese toque de humor ácido y amable a la vez que caracteriza al genio musical madrileño. Víctor Pablo Pérez, que conoce la obra como nadie y es su gran defensor (con una magnífica grabación con este mismo Coro de la Comunidad de Madrid) sabe muy bien lo que se trae entre manos y extrajo de la partitura todo el sabor castizo –sin artificio–, la ingenuidad –falsa pero no del todo– y en más de un momento una emoción genuina, muy limpia, capaz de expresarse sin perder nunca la sonrisa. A sus órdenes, la Orquesta de la Comunidad sonó extraordinariamente dúctil, atenta a las dinámicas, llena de color, con magníficas intervenciones de los metales y una peculiar sutileza que permite evocar lo castizo sin caer en el tópico.
En esta obra tiene particular importancia el coro, protagonista y comentarista de la acción situada durante el sitio de Cádiz por las tropas napoleónicas, justo cuando se está redactando la primera Constitución liberal española. En esta ocasión el Coro de la Comunidad derrochó sutileza, alegría, rotundidad y, cuando fue necesario, medias voces y ganas muy españolas de diversión. La mezzo Ana Ibarra, otra gran conocedora de la obra, estuvo magnífica en su dúo con el Rubio; con una voz limpia y esmaltada, brillante y colorida, bordó con intención y picardía el Tango de los negritos. El tenor Alejandro del Cerro le dio la réplica con gran retranca y elegancia en el primer dúo y se lanzó luego a una interpretación memorable de la jota final, la famosa –a pesar de todo– “Ya habrán visto los franceses”. Excelentes todos los solistas del coro, con una gran Polca de los ingleses y damiselas y una Canción del ciego a la que se le cambió la letra, sin auténtica necesidad. El público, que empezó un poco frío a pesar de la chispeante interpretación del Preludio, acabó entregado. Se echaron de menos los sobretítulos, necesarios para comprender en su totalidad una obra menos difundida de lo que debiera.
Que una zarzuela como Cádiz no esté en el repertorio de los teatros del país dice mucho de lo que le pasó y le sigue pasando a España hoy en día. Completaron el concierto una desconocida y solemne Dolora Sinfónica de Gregorio Baudot y la preciosa música incidental que Granados compuso en recuerdo de Torrijos, el héroe liberal.