Madrid: Evocaciones populares

27 / 05 / 2019 - José María MARCO - Tiempo de lectura: 2 minutos

Print Friendly, PDF & Email
Bernarda Fink realizó un encomiable homenaje al cancionero popular centroeuropeo junto a algunas composiciones breves de autores hispanos © Centro Nacional de Difusión Musical (CNDM) / Ben VINE
Bernarda Fink realizó un encomiable homenaje al cancionero popular centroeuropeo junto a algunas composiciones breves de autores hispanos © Centro Nacional de Difusión Musical (CNDM) / Ben VINE
Bernarda Fink realizó un encomiable homenaje al cancionero popular centroeuropeo junto a algunas composiciones breves de autores hispanos © Centro Nacional de Difusión Musical (CNDM) / Ben VINE

Teatro de La Zarzuela

Recital BERNARDA FINK

XXV Ciclo de 'Lied'

Obras de Bohuslav Martinu, Lucijan Marija Skerjanc, Antonin Dvorák, Joaquín Rodrigo, Manuel de Falla, Carlos Guastavino y Alberto Ginastera. Piano: Anthony Spiri. XXV Ciclo de Lied del CNDM. 20 de mayo de 2019.

La mezzosoprano Bernarda Fink volvió al Ciclo de Lied del Teatro de La Zarzuela con uno de esos programas de los que es especialista, con una primer parte europea y una segunda hispano-americana. Como si aprovechara la ocasión que le proporcionan estos recitales para seguir explorando el mapa de su genealogía y su identidad, con una única cultura repartida entre dos continentes. Esta vez la primera parte dejó de lado el romanticismo de los liederistas alemanes para centrarse en las maravillosas recreaciones de canciones populares centro europeas.

Así fue como empezó con dos ciclos de Martinu –las muy breves Canciones en dos páginas y las aún más sintéticas Canciones en una página–, compuestas en Estados Unidos en plena Guerra Mundial y recuerdo del mundo entre ingenuo y pícaro, un poco resabiado también, del folklore moravo. Más románticas y más densas fueron las tres canciones del esloveno Skerjanc, evocadoras de atmósferas y visiones paisajísticas, aunque las canciones de Con aire nacional, de Dvorák, devolvieron al público a la atmósfera popular. Bernarda Fink es una maestra consumada en este repertorio. Con una voz preciosa y limpia, de afinación infalible, con una casi infinita paleta de colores y una delicadeza y una variedad de fraseo fuera de serie, es capaz no ya de expresar, sino de evocar –porque de eso se trata– de una forma extraordinariamente conmovedora y elegante, un mundo perdido para siempre si no fuera por pequeñas joyas como estas.

El gran arte saca así a la luz un universo expresivo humilde, ajeno a cualquier retórica y cualquier sobreactuación, pero lleno de percepciones concretas. El milagro se repitió en la segunda parte, con las muy hermosas canciones de Carlos Guastavino, tan sentimentales, y las Cinco canciones populares argentinas de Alberto Ginastera, menos inocentes y más distanciadas. Joaquín Rodrigo y sus melodías sobre textos literarios españoles dieron el contrapunto. Como para marcar bien el lugar desde el que Fink se adentra en estos territorios, las dos partes incorporaron sendas obras en francés. Un pequeño ciclo de Martinu con dos mélodies y, después, las Tres melodías francesas de Falla, que incluyen una fina “Chinoiserie” y una encantadora “Séguidille”, saturadas ambas de todos los tópicos imaginables y que apuntaron, sin forzar la nota, al artificio que requiere el recuerdo de lo auténtico. Acompañó a la mezzo el excelente pianista Anthony Spiri, de musicalidad inspirada y alusiva, llena de matices y perfecto conocedor de lo que estaba en juego en un recital muy aplaudido.