Luz para 'I Puritani'

Oviedo

30 / 09 / 2020 - Cosme MARINA - Tiempo de lectura: 3 min

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Una escena de la luminosa producción de Emilio Sagi, con vestuario de Pepa Ojanguren © Ópera de Oviedo / Iván MARTÍNEZ
Irina Lungu maravilló en su rol protagonista © Ópera de Oviedo / Iván MARTÍNEZ
Lungu, al lado de John Osborn © Ópera de Oviedo / Iván MARTÍNEZ
La soprano, acompañada por Luca Tittoto, que debutaba en Oviedo © Ópera de Oviedo / Iván MARTÍNEZ

Ópera de Oviedo

Bellini I PURITANI

Irina Lungu, John Osborn, Luca Tittoto, Dalibor Jenis, Laura Vila, Facundo Muñoz, Luis Lopez. Dirección: Iván López-Reynoso. Dirección de escena: Emilio Sagi. Teatro Campoamor, 28 de septiembre de 2020.

Segundo título de la era Covid-19 en un Teatro Campoamor con un cincuenta por ciento de ocupación, abundancia de geles desinfectantes, mascarillas de uso obligatorio –también para el coro, parte de la orquesta y los solistas en los saludos finales– y férreo distanciamiento social con accesos y localidades separados. Pese a todos los inconvenientes, los abonados siguen acudiendo con fidelidad a las representaciones. Las de estos Puritani de Vincenzo Bellini han estado dedicadas por la Ópera de Oviedo a la diseñadora de vestuario Pepa Ojanguren, responsable del de esta producción, recientemente fallecida y tan vinculada al Teatro Campoamor.

El montaje es el que Emilio Sagi firmó para los teatros Municipal de Santiago de Chile y Real de Madrid. Una puesta en escena sobria y elegante –con soberbio vestuario de raíz historicista de Ojanguren y una sucinta y muy efectiva escenografía de Daniel Bianco– en la que la historia se narra sobre un fondo abstracto, atemporal, que la hace ganar y mucho en su veta más poética. Sagi apuesta por una dramaturgia basada en el detalle, en el trazo sutil, y que busca que la magia que aletea en la música de Bellini se mantenga intacta de principio a fin, en una luminosidad crepuscular y melancólica, muy norteña.

Contó con buenos cómplices el director de escena asturiano, tanto desde el foso como en el elenco. Iván López-Reynoso, director principal invitado de Oviedo Filarmonía, consiguió sacar todo el potencial de la partitura pese a la escasez de efectivos orquestales, mermada la formación por las medidas de distanciamiento. Atentísimo a los cantantes, al servicio de su potencial, no por ello descuidó un discurso musical que tuvo su punto fuerte en un diseño de conjunto con nervio y garra dramática.

"A la Elvira de Irina Lungu nada le faltó ni le sobró: exquisita interpretación escénica y capacitación vocal plena en un rol que domina en su integridad y en el que brilló su emisión esmaltada, de agilidades pletóricas, de registro agudo seguro, rotundo y expresivo"

La gran triunfadora de la velada fue, sin duda, la soprano Irina Lungu. A su Elvira nada le faltó ni le sobró: exquisita interpretación escénica, capacitación vocal plena, en un rol que domina en su integridad y en el que brilló su emisión esmaltada, de agilidades pletóricas, de registro agudo seguro, rotundo y expresivo. A su lado, se adaptó muy bien al estilo belliniano John Osborn como Lord Arturo Talbo, sin escatimar recursos belcantistas. Pese a que su voz no posee la proyección de la de otros compañeros de reparto, supo sacar partido a su cometido desde una capacitación técnica impecable.

Triunfo notable obtuvo asimismo el Sir Giorgio de Luca Tittoto: fue una sorpresa para el público en su debut en la temporada y destacó gracias a una interpretación vigorosa sin por ello desestabilizarse estilísticamente. Algo que no consiguió plenamente, pese a su voz poderosa, siempre presente, Dalibor Jenis como Sir Riccardo Forth. El resto de los intérpretes –Laura Vila, Facundo Muñoz y Luis López– transitaron por una discreta corrección mientras que el Coro de la Ópera de Oviedo rubricó una buena intervención en un título que exige y mucho de la agrupación coral.