Los susurros del agua, de Schubert y de Gerhaher

Granada

29 / 06 / 2021 - Alejandro FERNÁNDEZ - Tiempo de lectura: 3 min

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gerhaher huber granada / operaactual.com Gerhaher y Huber en un momento del recital © Festival de Granada / Fermín RODRÍGUEZ
gerhaher huber granada / operaactual.com Gerhaher y Huber en un momento del recital © Festival de Granada / Fermín RODRÍGUEZ
gerhaher huber granada / operaactual.com Gerhaher y Huber en un momento del recital © Festival de Granada / Fermín RODRÍGUEZ

Festival Internacional de Música y Danza de Granada

Recital de CHRISTIAN GERHAHER

Abendröthe de Schubert. Gerold Huber, piano. Patio de los Arrayanes, 27 de junio de 2021.

La Alhambra volvió a ser el escenario elegido para la segunda jornada de la Schubertiada propuesta por el Festival Internacional de Música y Danza de Granada, una estación donde evocar a otros grandes solistas que han visitado el festival en los últimos setenta años, como si las leyendas se diesen su propio relevo. Nuevamente los susurros del agua del Patio de los Arrayanes fue el invitado omnipresente que acompañó el recital del barítono Christian Gerhaher acompañado al piano por Gerold Huber, aunque la expresión no abarca la totalidad del trabajo realizado por el músico alemán que viene siendo el pianista de referencia de Gerhaher.

El programa seleccionado para la ocasión, extenso en contenido e intención, repasaba a lo largo de 24 Lieder agrupados en cuatro bloques o secciones páginas de cuatro poetas referentes del Romanticismo alemán como Schlegel, Klopstock, Goethe y Johann Mayrhofer, y que dieron forma y contenido al movimiento Sturm und Drang que centra su atención en la relación entre hombre y naturaleza y que en el caso de Schlegel y Goethe propiciaron las bases para un nuevo modo poético que diese espacio a la subjetividad del artista en su búsqueda de la belleza.

"Gerhaher y Huber propusieron, al auditorio que abarrotaba el Patio de los Arrayanes, un paseo imaginario a la naturaleza como abstracción e ideal de belleza"

Gerhaher y Huber propusieron al auditorio que abarrotaba el Patio de los Arrayanes un paseo imaginario por la naturaleza como abstracción e ideal de belleza que Schubert asume y utiliza para poner música a las palabras y subraya de esta forma ese segundo sentido con el que relaciona emociones y pasiones humanas con las montañas, la cascada, las flores, la luna… Todo participaba del doble plano dibujado entre versos y el pautado, el primero en lo puramente formal y técnico mientras que es precisamente ese dominio de la técnica el que hace aflorar lo profundo que acaba impregnando todo el catálogo liederista del músico vienés.

El piano de Huber aparece insondable a la figura de Gerhaher y no es de extrañar que si el propio Fischer-Dieskau propiciase esta unión artística que los frutos sean instantes de irresistible carnalidad. Huber descubrió un piano necesario en ocasiones frágil y tintineante como Die Rose, profundo y palpitante en Nachtstück.

A lo largo de casi hora y media de programa Gerhaher en un particular tour de force propiciado tal vez por el propio escenario áureo regaló un recital mítico tanto en la técnica cincelada, de líneas acentuadas y raíces profundas como en lo artístico, traspasando la genialidad hasta el punto de lo sublime con notas agudas claras y definidas, en el registro más grave rotundo y en el registro medio una emisión redonda y pura. Ni la propia extensión del repertorio hizo mella en el instrumento ni tampoco en el particular ascenso dibujado nota a nota por Gerhaher.