Los 'Carmina burana' vuelven al Palau con la OSV

Barcelona

27 / 09 / 2020 - Antoni COLOMER - Tiempo de lectura: 3 min

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Un momento del concierto en el Palau © Palau de la Música Catalana / Lorenzo DUASO

Palau de la Música Catalana

Orff: CARMINA BURANA

25º aniversario del ciclo Simfònics al Palau

Obras de Morten Lauridsen y Carl Orff. Alicia Amo, soprano. Beñat Egiarte, tenor. Toni Marsol, barítono. Pau Casan y Josep Surinyac, piano. Cor Jove del Orfeó Català. Dirección: Esteve Nabona. Orquestra Simfònica del Vallès. Dirección: Xavier Puig. Palau de la Música Catalana, 26 de septiembre de 2020.

La cantata profana Carmina burana, de Carl Orff, oscila entre un indiscutible éxito popular y la histórica reticencia de la crítica musical. Una crítica que apunta tanto a la calidad de la composición en sí misma como a aspectos ideológicos derivados de la filiación nacionalsocialista de su compositor. Aunque, a decir verdad, como apunta el crítico Alex Ross, «el hecho de que la música de Carmina burana haya sido utilizada en tantos y variopintos contextos, desde películas a spots publicitarios, es la prueba de que no contiene ningún mensaje diabólico. Al contrario, no contiene mensaje alguno». En cualquier caso, sea en el formato que sea, aparece constantemente en las programaciones de todas las orquestas, y la Simfònica del Vallès (OSV) optó por abrir su nueva temporada con este título bajo la dirección de su titular, Xavier Puig, celebrando con esta obra los 25 años del ciclo Simfònics al Palau.

La OSV y su director propusieron un arreglo prescindiendo de las cuerdas, con maderas, metales, percusión y dos pianos, y el rendimiento del conjunto fue de alto nivel, desde la flauta solista, una excelente Isabel Moreno, hasta los pianistas Pau Casan y Josep Surinyac. Muy sólidos los metales, así como la percusión, aunque por la peculiar disposición espacial, por momentos, los timbales cubrían el resto de voces.

El concierto se inició con la breve pieza religiosa para coro mixto a cappella del compositor norteamericano Morten Lauridsen, O nata lux. Mortensen es un prolífico compositor de música coral que combina influencias del canto gregoriano o medieval con un tratamiento armónico de perfiles románticos, en la línea de cierta New Age americana. Una obra agradable y adecuada para introducir la de Orff que tuvo una excelente respuesta por parte de un Cor Jove del Orfeó Català que, como viene siendo habitual, cantó con mascarilla, algo que, en una obra de contornos delicados, no afectó al buen resultado final.

Más problemas planteó la mascarilla en algunos fragmentos de Carmina burana que requieren mayor presencia del elemento coral y, sobre todo, una incisividad en la acentuación, articulación y pronunciación que, por momentos, se echaron en falta. A pesar de ello, el buen trabajo de Esteve Nabona y Xavier Puig se impuso y el Cor Jove tuvo una correcta prestación, destacando una compacta sección femenina.

"Toni Marsol exhibió seguridad en una parte alambicada mientras que Alicia Amo mostró gran musicalidad y una bella voz de soprano ligera no exenta de cuerpo"

El apartado vocal solista tuvo una prestación desigual. A destacar el excelente momento del barítono Toni Marsol, de voz potente y bien proyectada. Marsol domina al dedillo una partitura que ha interpretado en muchas ocasiones y solo pasó algún pequeño apuro en el inclemente registro agudo de «Estuans Interius». Por lo demás, exhibió una enorme seguridad en una parte alambicada aportando un componente teatral al que se mostraron ajenos los otros solistas.
La joven soprano Alicia Amo mostró gran musicalidad y una bella voz de soprano ligera no exenta de cuerpo. El timbre es incisivo, con un vibrato natural, en absoluto molesto, y la voz está bien proyectada. Muy segura en el registro agudo, solo cabría pedir mayor articulación. Beñat Egiarte sufrió en una parte de tenor que no parece adecuada a sus características vocales. El tenor de Carmina burana debe jugar permanentemente entre el registro de pecho y de cabeza (la parte ha sido interpretada en ocasiones por contratenores y a menudo por tenores de carácter) y, si no es así, la tesitura se vuelve insalvable. Egiarte trató de cantar la parte a pecho descubierto y los resultados no fueron satisfactorios, especialmente en unas inestables primeras frases.
Desde el podio, Puig, con gesto claro, elegante y expresivo, mantuvo en todo momento la cohesión entre coro y orquesta pese algún desajuste pasajero, dirigiendo una versión que puso más acento en la sensualidad de la partitura que en su grandilocuencia demostrando, una vez más, que es un director dotado y con proyección.