Los bohemios de los suburbios parisinos en la propuesta de Àlex Ollé

Barcelona

16 / 06 / 2021 - Fernando SANS RIVIÈRE - Tiempo de lectura: 4 min

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'La Bohème' Liceu Àlex Ollé / operaactual.com La buhardilla de los bohemios reconvertida en un piso de barriada en 'La Bohéme' de Àlex Ollé © Gran Teatre del Liceu / David RUANO
'La Bohème' Liceu Àlex Ollé / operaactual.com La escena del barrio latino de la propuesta de 'La Bohème' del Àlex Ollé © Gran Teatre del Liceu / David RUANO
'La Bohème' Liceu Àlex Ollé / operaactual.com Valentina Nafornita como Musetta en la escena del Caffè Momus © Gran Teatre del Liceu / David RUANO
'La Bohème' Liceu Àlex Ollé / operaactual.com 'La Bohème' con Anita Hartig y Atalla Ayan como protagonistas © Gran Teatre del Liceu / David RUANO
'La Bohème' Liceu Àlex Ollé / operaactual.com Escena final de 'La Bohème' con Anita Hartig y Atalla Ayan como protagonistas © Gran Teatre del Liceu / David RUANO

Gran Teatre del Liceu

Puccini: LA BOHÈME

Debut de Àlex Ollé como artista en residencia

Atalla Ayan, Anita Hartig, Toni Marsol, Roberto de Candia, Goderdzi Janelidze, Valentina Nafornita, Roberto Accurso. Orquestra Simfònica y Cor del Gran Teatre del Liceu. Dirección musical: Giampaolo Bisanti. Dirección de escena: Àlex Ollé. 14 de junio de 2021.

Desde el punto de vista musical lo mejor de la velada fue la exquisita interpretación de la partitura a cargo de un inspirado Giampaolo Bisanti, en una de sus mejores actuaciones frente a la Simfònica del Liceu, destacando toda la riqueza y exquisitez de la popular partitura pucciniana, subrayando los aspectos más dramáticos con el temperamento y la fuerza requeridos. Lástima que la pareja protagonista no alcanzase la excelencia esperada. El tenor brasileño Atalla Ayan fue un Rodolfo de voz elegante y cuidado fraseo, pero de proyección realmente escasa, algo imperdonable en una ópera en la que el anhelo vital de los amantes y el verismo particular del compositor deben brillar especialmente. Además la Mimì de Anita Hartig precisamente descolló por la proyección de sus potentes agudos, con lo que quedó más marcada la diferencia canora con su amante en la ficción. Fue la suya una Mimì de interesante nivel a pesar de que le faltó calidez y expresividad para obtener un éxito rotundo, siendo sin duda la más aplaudida del reparto.

Del resto de bohemios cabe destacar al un Marcello defendido por la interesante interpretación actoral y canora del barítono Roberto de Candia, el correcto Schaunard del barítono Toni Marsol y el poco atractivo Colline del bajo Goderdzi Janelidze. La Musetta de Valentina Nafornita cumplió con el extravagante papel asignado por la dirección de escena, de femme fatale algo discotequera, y con un rutilante registro agudo.

La propuesta ideada por Àlex Ollé, nada menos, que para el 120 aniversario del estreno de la popular ópera pucciniana en el Teatro Regio de Turín en 2017, está ambientada en los suburbios parisinos en época moderna

El director de escena Àlex Ollé debutó como artista en residencia del Liceu con esta Bohème proveniente de Turín. Su propuesta ideada nada menos que para el 120º aniversario del estreno de la popular ópera pucciniana en el Teatro Regio en 2017, está ambientada en los suburbios parisinos en época moderna. Un barrio desangelado y multirracial en el cual los jóvenes artistas sobreviven al frío y a la falta de dinero mientras anhelan triunfar en la vida. Ollé transforma el entorno con una serie de gigantescas estructuras metálicas a modo de tristes edificios colmena del extrarradio parisino, de gran efecto, a cargo del escenógrafo Alfons Flores y lo enmarca perfectamente con una muy conseguida iluminación de Urs Schönebaum. El extravagante vestuario de Lluc Castells marcó un estilizado Caffè Momus muy atractivo a nivel escénico, con camareras con peluca de color azulado y aspecto drag, pero, por el contrario, resultó bastante feo e insulso el vestuario de los jóvenes artistas y del coro, todos caracterizados como los habitantes del barrio marginal francés.

Una propuesta interesante, con una muy correcta dirección de actores y un enfoque actualizado y convincente a pesar de lo gris de la propuesta desde el punto de vista emocional, con momentos visualmente destacados gracias a la escenografía, incluyendo la plaza nevada del tercer acto exquisitamente iluminada. El espacio escénico, en todo caso, dejaba expuestos a los cantantes en el primer acto elevados en los primeros pisos del edificio y bastante atrás en un escenario abierto por el que se escapaban las voces que funcionó mejor de lo esperado a lo largo de la ópera y en especial en el último acto, cuando la protagonista muere sobre un sofá con evidentes síntomas de quimioterapia en referencia a una enfermedad como el cáncer en la causa de su fallecimiento.