CRÍTICAS
NACIONAL
Locura tenoril con Bros, Anduaga y Gandía
Oviedo
Auditorio de Oviedo
Gala BAG
Arias de ópera, romanzas de zarzuela y canciones de Cilea, Donizetti, Massenet, Verdi, Von Flotow, Puccini, Gounod, Vives, Moreno Torroba, Sorozábal, Rossini, Tosti, Gastaldón, Leoncavallo y De Curtis. José Bros, Xabier Anduaga y Antonio Gandía, tenores. Orquesta Oviedo Filarmonía. Dirección: Jaume Santonja. 16 de septiembre de 2021.
Las llaman arias de la locura, como en Lucia de Lammermoor, I Puritani, Il Pirata o Anna Bolena. De absoluto protagonismo para la soprano, son algunas de las páginas más famosas y de más extrema exigencia vocal de toda la literatura lírica. Desde este momento, el término también podría aplicarse a los efectos que las arias para tenor causaron en el público que se congregó en el Auditorio de Oviedo para asistir a la gala lírica BAG (Bros, Anduaga y Gandía). Dos horas largas de música que desataron una auténtica locura tenoril.
Parece que la lírica se va asentando en la programación festiva del Ayuntamiento ovetense, dentro de los conciertos previos al día de San Mateo. Bien es cierto que con desigual resultado. El final de la velada de tenores, con el público aplaudiendo en pie una vez agotadas las cuatro propinas, sin prisa por irse a casa casi a las once y media de la noche la víspera de un viernes laborable, a buen seguro contribuirá a despejar cualquier duda sobre el encaje que, en Oviedo, la clásica tiene en casi cualquier programación: ante un espectáculo de calidad, la ciudadanía responde con creces.
El propio José Bros repasaba, en el breve encuentro con los medios que sirvió para presentar la gala y en una breve intervención durante el concierto, que la capital asturiana formaba parte, de forma indisoluble, de su carrera. No solo el Teatro Campoamor, donde en las últimas temporadas abordó el Nemorino de L’elisir d’amore o el papel protagónico de Un ballo in maschera, sino también en el formato sinfónico, con espectáculos como Desde el corazón, Non ti scordar di me o Eternamente. El próximo noviembre Bros cumplirá 30 años de carrera, y la idea de esta gala BAG fue su regalo a una ciudad, y a un público, que le ha acompañado desde el principio.
España tiene fama de ser tierra de tenores. Y en la sucesión de nueve arias de ópera, tres romanzas de zarzuela y seis canciones que componían el extenso programa –tras la obertura de La forza del destino, con el maestro Jaume Santonja al frente de Oviedo Filarmonía, orquesta que demostró su experiencia y altura en estas lides–, el trío protagonista confirmó que esa fama no es inmerecida. Tres generaciones de una misma línea temporal.
Bros abrió fuego y, durante toda la velada, marcó el estándar, por estilo e intención. Con un repertorio sabiamente elegido, la elegancia que siempre ha caracterizado su línea de canto quedó patente en las arias de Luisa Miller y Manon Lescaut. Bros dice y hace sentir lo que canta, juega a placer con las dinámicas y no se arredra cuando toca sacar la artillería, que sigue estando ahí, como en la esperada romanza de La tabernera del puerto.
Había mucha expectación por presenciar el primer compromiso en Oviedo del multipremiado Xabier Anduaga, con algún ilustre invitado de teatros ajenos a la ciudad en las butacas. El tenor donostiarra reaparecía tras su sonado debut en los Puritanos de A Coruña, aparentemente recuperado de los efectos adversos de la vacuna contra la Covid-19 que le obligaron a excusar su presencia en la gala de los premios Ópera XXI. En un alarde vocal que parecía no costarle el más mínimo esfuerzo, incluso alargó los dos primeros Do 5 del esperado «A mes amis» de La fille du régiment hasta fusionarlos. Mucho más prudente en la zarzuela, dejando cerca la partitura, su voz es «un don natural», que diría Aretha Franklin, que la unión de técnica e inteligencia habrán de guiar para afrontar la marabunta de compromisos profesionales que se avecinan, y perdurar en el tiempo.
La G del acrónimo con el que se bautizó la gala representaba a Antonio Gandía, que estos días compaginó los ensayos de este programa con las funciones del Nabucco que, desde el pasado 6 de septiembre, inaugura la temporada de la Ópera de Oviedo. Con un color más oscuro y voz muscular rindió homenaje a su maestro, Alfredo Kraus, con las arias de Werther y Romeo, hasta liberarse y sonreír por fin con la muy aplaudida Mattinata de Leoncavallo, que presagiaba el final del concierto.
Ya juntos, regalaron tres propinas –Amapola, Juramento y la casi tradicional Granada–, además de un bis conjunto con el «No puede ser» de Pablo Sorozábal. A veces, las páginas que componen la historia lírica nacional se escriben en los extremos del mapa. * Pablo GALLEGO, corresponsal en Oviedo de ÓPERA ACTUAL
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