CRÍTICAS
NACIONAL
Lo último de Mariño, un nuevo empuje a la canción de concierto
Sevilla
Real Círculo de Labradores de Sevilla
Recital de CAROLINA MONCADA
Estreno absoluto de 'Campanas de sol y aire'
Obras de Granados, Vives, Mariño, Castillo, Ortega y Leoz. Borja Mariño, piano. 7 de abril de 2022.
Es valiente la propuesta de una institución como el Real Círculo de Labradores de Sevilla de apostar por un género que, hasta la fecha, ha encontrado escasa receptividad en el público melómano de la ciudad como es el de la canción de concierto. Si además el empeño se corona con la intención de estrenar nuevas creaciones cada temporada, la intención merece ser doblemente valorada.
En esta ocasión ha sido receptor del encargo el pianista y compositor Borja Mariño (1982), autor del ciclo Campanas de sol y aire que conoció su estreno absoluto en esta cita; cuatro canciones sobre poemas de otros tantos poetas sevillanos como son Ignacio Trujillo, José María Jurado, Juan Lamillar y Lutgardo García. Precisamente fue la composición en torno al poema de este último, Milagro en Valdezufre, la más afín a la estética del músico gallego. Es la suya una opción tan valorable como cualquier otra en la que apenas si se aprecia diferencia, por ejemplo, con la escritura pianística y vocal de las Tonadillas de Enrique Granados que precedieron. Desde luego el clima es más recogido, más intimista, pero en unas piezas y otras Mariño prima el cromatismo y una línea de canto absolutamente respetuosa con la voz. Las cuatro obras mostraron el enorme oficio y la buena confección de estas miniaturas que pueden llegar a tener recorrido de forma natural en recitales como este, una música que la asocia a esa amable modernidad de la primera mitad del siglo XX.
La soprano Carolina Moncada defendió la obra de Mariño con enorme convicción y gran sutileza, especialmente en su registro medio, que demostró dominar a la perfección. Es cierto que, durante el recital, sucumbió en ocasiones a cierta tentación operística, por ejemplo, en las Canciones epigramáticas de Amadeo Vives, emborronando su voz en un forte algo destemplado y siendo perjudicada por la mejorable acústica de la sala. La cantante navarra, con una voz de gran volumen y excelentes reguladores durante la mayor parte del recital, pareció sentirse especialmente cómoda con el muy bello tríptico La maja dolorosa, de Granados, así como en aquellas otras del programa (las de Ortega, singularmente) que le permitieron explorar una tímbrica más lúcida. * Ismael G. CABRAL, corresponsal en Sevilla de ÓPERA ACTUAL
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