CRÍTICAS
INTERNACIONAL
La Scala verdiana revive en la Arena con 'Nabucco'
Verona
Arena di Verona
Verdi: NABUCCO
Ewa Plonka, Sebastian Catana, Abramo Rosalen, Samuele Simoncini, Francesca Di Sauro. Dirección musical: Daniel Oren. Dirección de escena: Arnaud Bernard. 1 de julio de 2022.
Con una espectacularidad de efecto seguro, con caballos y carrozas en cantidad y disparos de fusiles y cañones, volvió a la Arena de Verona el risorgimentale Nabucco verdiano con la dirección escénica y vestuario de Arnaud Bernard y la imponente escenografía de Alessandro Camera. El edificio del Teatro alla Scala, entero o medio en ruinas, ha renacido aquí desde diversos ángulos, comprendida la sala aunque con el error de reproducir las lámparas actuales. Si los extranjeros, especialmente en la Arena, lo reconocen o no, esa es otra cuestión. Aquí se plega a una dramaturgia que tiene poco que ver con la original de asirios y hebreos, pero no deja de tener su razón de ser aunque proponga el fusilamiento de Ismaele, que regresará para esta ficción escénica porque en La Scala se representa, mira por dónde, el Nabucco.
Desde el podio, Daniel Oren dirigió su Nabucco, ya muy conocido, pero siempre arrebatador, especialmente en el bis –no solicitado, pero eso es igual– del “Va, pensiero” al que aportaron entusiasmo tanto la orquesta como el coro, más numeroso de lo habitual, que dirige el maestro Ulisse Trabacchin.
En cartel en la velada del primero de julio, el barítono Sebastian Catana confirmaba sus óptimas dotes vocales en una espléndida encarnación del rey babilonio. Abramo Rosalen fue un majestuoso Zaccaria, muy completo y vocalmente muy presente. Lo mismo puede decirse del vibrante Ismaele de Samuele Simoncini y de la admirable Fenena de Francesca Di Sauro, emocionante en su plegaria final. Muy bien los comprimarios fijos este año en la Arena, con Carlo Bosi (Abdallo), Nicolò Ceriani (Gran Sacerdote de Baal) y Elisabetta Zizzi, puntual Anna.
Gustó mucho también la Abigaille de Ewa Plonka, una voz no oceánica pero espléndidamente emitida, también apreciable por la definición dramática del nada fácil personaje. El público no era muy numeroso –las veladas intersemanales de la Arena presentan ese problema– pero sí entusiasta. * Andrea MERLI, crítico de ÓPERA ACTUAL
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