La primera ópera de Saariaho mantiene su poder de fascinación

Colonia

02 / 11 / 2021 - Xavier CESTER - Tiempo de lectura: 4 min

Print Friendly, PDF & Email
Holger Falk como Jaufre y la doble de Clémence Silke Natho © Köln Oper / Paul LACLAIRE
'L'amour de loin' Saariaho Una escena del nuevo montaje de 'L'amour de loin' de Saariaho a cargo de Johannes Erath © Köln Oper / Paul LACLAIRE
Una escena del nuevo montaje de Johannes Erath © Köln Oper / Paul LACLAIRE

Köln Oper

SAARIAHO: L’amour de loin

Nueva producción

Holger Falk, Emily Hindrichs, Adriana Bastidas-Gamboa. Dirección musical: Constantin Trinks. Dirección de escena: Johannes Erath. StaatenHaus am Rheinpark, 31 de octubre de 2021.

La mejor evidencia de que una ópera de reciente creación entra en el repertorio es poder contar, tras el ciclo inicial del estreno, con diferentes producciones que ofrezcan nuevas perspectivas interpretativas. Un buen ejemplo es L’amour de loin, la primera ópera de Kaija Saariaho, estrenada en 2000 en el Festival de Salzburgo que llegó a la Ópera de Colonia con su poder de fascinación intacto meses después del éxito en Aix-en-Provence del último título de la compositora finlandesa, Innocence. El libreto del escritor franco-libanés Amin Maalouf recrea la relación entre el trovador Jaufré Rudel, y su amada lejana, Clémence, condesa de Trípoli, dos personajes puestos en contacto por un anónimo Pelegrino. Una historia en la que la búsqueda del amor ideal y el miedo a su contraste con la realidad juegan un papel relevante, realzado por la hipnótica partitura de Saariaho.

"Erath subraya los aspectos menos complacientes de la figura de Jaufré, un creador en crisis que alterna la ternura con la violencia en su relación con la mujer amada (o su doble)"

La compañía alemana continúa en su sede provisional de la StaatenHaus, un recinto ferial sin el equipamiento habitual de un teatro pero también sin sus limitaciones de espacio, un hecho que abre grandes posibilidades a los directores de escena con imaginación. Posibilidades que el montaje de Johannes Erath aprovecha con la colaboración de Bernhard Hammer (decorado), Katharina Tasch (vestuario), Bibi Abel (video) y Nicol Hungsberg (iluminación). La orquesta separa los dos principales centros de acción, un cubo donde Jaufré vivirá sus obsesiones y una superficie ondulada como el mar que los separa donde evoluciona Clémence, mientras que el andrógino Pelegrino, siempre balanceándose entre los dos espacios (así como entre los dos sexos), aparece de entrada sobre un columpio. La escasa acción viene complementada por la presencia de dos dobles (Elle, Lui) de los protagonistas, reflejo de sus pulsiones ocultas. Erath subraya los aspectos menos complacientes de la figura de Jaufré, un creador en crisis que alterna la ternura con la violencia en su relación con la mujer amada (o su doble) a la que, finalmente, decide conocer en persona. Un periplo marino que acaba con la muerte del trovador con los dos cantantes aún lejos el uno del otro. La música se detiene, las luces se concentran en Jaufré y Clémence bailando, por fin juntos, pero de nuevo se separan para la escena final en que la condesa dedica su vida a Dios. Quizás el amor ideal sólo es esto, un ideal irrealizable.

Constantin Trinks obtuvo de la Orquesta Gürzenich la delicuescencia sonora imprescindible, controlando con mano segura (y la ayuda de dos asistentes para cada decorado) el ritmo de la función. La excelente sonorización en ocasiones penalizaba el coro, situado en el extremo más alejado de la sala y de respuesta no siempre precisa, y unos solistas de dicción francesa variable, pero el resultado musical fue en su conjunto muy satisfactorio. El barítono Holger Frank (Jaufré) combinó una voz de apreciable nobleza y un fraseo de gran intensidad con una remarcable agilidad escénica, la soprano Emily Hindrichs aporto luminosidad y delicadeza a Clémence, y la mezzosoprano Adriana Bastidas-Gamboa fue un Pelegrino de timbre carnoso.  * Xavier CESTER, crítico internacional de ÓPERA ACTUAL