La ópera de cámara volvió a Sarrià con Pergolesi

Barcelona

09 / 02 / 2021 - Fernando SANS RIVIÈRE - Tiempo de lectura: 4 min

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Serva Padrona 'La serva padrona' de Pergolesi en el Teatre de Sarrià (Barcelona) © AÒS / Antoni BOFILL
Serva padrona Carles Pachón (Uberto) Serena Sáenz (Serpina) y Xevi Dorca (Vespone) en 'La serva padrona' de Pergolesi © AÒS / Antoni BOFILL
Serva Padrona Xevi Dorca (Vespone), Carles Pachón (Uberto), Assunto Nese (director musical), Serena Sáenz (Serpina) en 'La serva padrona' de Pergolesi en el Teatre de Sarrià © AÒS / Antoni BOFILL

Amics de l'Òpera de Sarrià

Pergolesi: LA SERVA PADRONA

7ª Temporada de Ópera de Cámara

Serena Sáenz, Carles Pachón y Xevi Dorca (actor). Barcelona Concertante. Dirección: Assunto Nese. Dirección de escena: Xevi Dorca. Teatre de Sarrià (Barcelona), 6 de febrero de 2021.

En primer lugar hay que felicitar a los Amics de l’Òpera de Sarrià (Barcelona) por dar inicio a su séptima temporada de ópera de cámara en el Teatre de Sarrià en un curso tan complejo a todos los niveles a causa de la pandemia. Muchos son los colectivos implicados, como la Escuela Concertante y la Universidad de Barcelona, además de los profesionales que hacen posible este esfuerzo, desde el director artístico de la temporada, el tenor Raúl Giménez, a los músicos, jóvenes artistas y alumnos de escenografía implicados en una actividad que es sin duda  ideal para iniciarse en sus respectivas carreras profesionales.

Hay que destacar una vez más la excelente labor del director musical de esta iniciativa, Assunto Nese, capaz de llevar a buen puerto su cometido a pesar de contar con menos de una decena de músicos de la formación Barcelona Concertante y el diminuto foso del Teatre de Sarrià para subrayar la excelencia de la partitura de La serva padrona (1733) de Pergolesi, considerada como el primer gran éxito de la ópera buffa. Su simpático argumento, la calidad de su música y el ingenio del libreto la han convertido en mucho más que un breve intermezzo en la historia de la ópera. Para ello se contó con dos jóvenes cantantes catalanes de destacada proyección artística como el barítono Carles Pachón en el papel de Uberto, un personaje más bonachón que antipático que ve como su sirvienta se convierte en una verdadera tirana hasta convencerlo de que se case con ella. Pachón, perfectamente caracterizado como el  viejo solterón, demostró su calidad a nivel interpretativo y descolló con una línea de canto de gran naturalidad y belleza, destacando con un cálido y elegante registro grave y con su habitual expresividad de las divertidas arias y dúos. Por su parte, la soprano Serena Sáenz destacó como la rebelde Serpina, una criada capaz de negar el desayuno a su señor, por ser demasiado tarde, o de obligarle a quedarse en casa por deseo propio. Sáenz supo modular con eficacia el personaje en la doble vertiente de sirvienta tirana («Stizzoso, mio stizzoso») o más melancólica para los pasajes enamoradizos («A Serpina penserete«) gracias a un instrumento muy eficaz y expresivo, de gran proyección y excelente técnica.

Cerraba el trío protagonista el actor –y en este caso, director de escena– Xevi Dorca como el mudo sirviente Vespone, en un trabajo excelente de mimo que hizo las delicias del público, sobre todo como el temible militar Tempesta gracias al excelente vestuario de Núria Cardoner.

Merece la pena mencionar la interesante escenografía de rasgos surrealistas ideada por Dorca, director de escena, actor y coreógrafo, llevada a cabo con la participación de profesores y alumnos del departamento de Arte de la Facultat de Bellas Artes de la Universidad de Barcelona, un equipo formado por el escultor Jaime de Córdoba Benedicto, el escenógrafo Oriol Vaz-Romero Trueba y el artista Víctor Roig junto a los estudiantes de Bellas Artes María Masot (sustituida por María Carrasco por confinamiento de la anterior), Martiño Lorenzo, María Van Tartwijk y Belén Domínguez-Adame. La propuesta escénica recrea una lujosa vivienda señorial de formas cubistas y composiciones modulares de tela y madera en homenaje a los ballets rusos de Sergei Diaghilev. Y un detalle curioso: el yelmo utilizado por Vespone para enmascararse como el militar Tempesta era una pieza original de una armadura del siglo XVIII cedida por el pintor Victor Pimstein Ratinoff.