La 'Lulu' desmembrada de Marlene Monteiro Freitas

Viena

05 / 06 / 2023 - Lluc SOLÉS - Tiempo de lectura: 4 min

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lulu wein Una escena del nuevo montaje de Marlene Monteiro Freitas de 'Lulu' © Wiener Festwochen / Monika RITERSHAUS
lulu wein Una escena del nuevo montaje de Marlene Monteiro Freitas de 'Lulu' © Wiener Festwochen / Monika RITERSHAUS
lulu wein Una escena del nuevo montaje de Marlene Monteiro Freitas de 'Lulu' © Wiener Festwochen / Monika RITERSHAUS

Wiener Festwochen

Berg: LULU

Nueva producción

Vera-Lotte Boecker, Anne Sofie von Otter, Bo Skovhus, Cameron Becker, Francisco Rolo, Henri Cookie Lesguillier, Ina Wojdyła, Joãozinho da Costa, Kyle Scheurich, Nina Van der Pyl, Rui Paixão, Tomás Moital. ORF Radio-Symphonieorchester Wien. Dirección musical: Maxime Pascal. Dirección de escena: Marlene Monteiro Freitas. Theater an der Wein, 2 de junio de 2023.

Este junio regresó a Viena la ópera Lulu, de Alban Berg, esta vez en la interpretación de la coreógrafa portuguesa Marlene Monteiro Freitas. Se trata de la apuesta de teatro musical más atrevida del festival Wiener Festwochen, que celebra cada fin de primavera la heterogeneidad de la escena teatral contemporánea. Al lado de la batuta del francés Maxime Pascal y con la estructura del Theater an der Wien, coproductor del espectáculo, Monteiro Freitas convierte Lulu en el laboratorio perfecto para llevar adelante su particular lenguaje coreográfico. En efecto, decir que esta Lulu vienesa es teatro musical es una verdad a medias: Monteiro Freitas, que asume su primer encargo como directora de escena, lee la ópera desde la perspectiva de la danza y compone una coreografía para la partitura de Berg. Los cantantes, que también bailan, interactúan con un ensemble de bailarines que no deja de moverse sobre el escenario.

El resultado es un cúmulo de estímulos, demasiado saturado a ratos, como suele suceder cuando se deja el cuidado de la escena operística a cargo de coreógrafos (el muy versado en ópera Sidi Larbi Cherkaoui, por ejemplo, suele chocar con ese obstáculo). A la saturación de la escena contribuye además la fascinante disposición de la orquesta, posicionada sobre en una grada en el escenario y en interacción constante con los intérpretes.

En la propuesta de Monteiro Freitas, sin embargo, la saturación da lugar a la inteligencia dramatúrgica. La coreógrafa ve en Lulu un siniestro espectáculo zoológico en consonancia con Wedekind y con Berg; tanto la obra teatral como la ópera son presentadas como tales, en un corto preludio, por un domador: una serie de hombres arruinan sus vidas por el amor de la protagonista. El director y la orquesta, desde su posición elevada, como en una arena, ejercen de voyeurs. Los bailarines encarnan con su complejísima coreografía (acciones corporales banales y movimientos antinaturales) los atributos de esa extraña femme fatale expresionista que es esta Lulu, infértil, queer y fragmentaria.

"El extraordinario elenco de voces, sin embargo, liderado por Anne Sofie von Otter en el papel de Gräfin Geschwitz y Bo Skovhus en el de Dr. Schön, se ocupa de dar el protagonismo que merece a la malograda partitura de Alban Berg"

Sobre este complejo tapiz coreográfico, que trabaja codo a codo con el clown, los cantantes-intérpretes tienen poco que hacer. Monteiro Freitas renuncia a la puesta en escena del texto, por lo que el argumento de la ópera se pierde entre los pliegues de la danza. El extraordinario elenco de voces, sin embargo, liderado por Anne Sofie von Otter en el papel de Gräfin Geschwitz y Bo Skovhus en el de Dr. Schön, se ocupa de dar el protagonismo que merece a la malograda partitura de Alban Berg. La estrella de la velada fue sin duda Vera-Lotte Boecker, una Lulu estable y radical en los agudos indomables del papel, que convenció también a nivel interpretativo, igual que el tenor Cameron Becker, de timbre claro y preciso.

Mención especial para la ORF Radio-Symphonieorchester Wien, que Maxime Pascal supo conducir por la aventura de Lulu reclamando el protagonismo en todo momento. Su interpretación del postludio de la ópera, atenta a los ecos del sinfonismo de Gustav Mahler que inundan la partitura, resultó especialmente conmovedora, aún y la perturbadora coreografía que la acompañó sobre la escena.  * Lluc SOLÉS, crítico de ÓPERA ACTUAL