CRÍTICAS
NACIONAL
La evocación orientalista de 'Lakmé'
Madrid
Teatro Real
Delibes: LAKMÉ
En versión de concierto
Sabine Devieilhe, Xabier Anduaga, Stéphane Degout, David Menéndez, Héloïse Mas, Gerardo López, Inés Ballesteros, Cristina Toledo, Enkelejda Shkosa, David Villegas, Isaac Galán. Dirección: Leo Hussain. 1 de marzo de 2022.
La aparición de la Lakmé de Léo Delibes en la programación de un teatro de ópera hoy es una de esas rarezas que el público agradece, por mucho que vengan en versión de concierto. Bien es verdad que su escenificación habría envuelto los tópicos orientalistas, tan entretenidos y en el fondo tan inocentes, con una capa densa y aburrida de otros lugares comunes, los propios del discurso woke y decolonial… Vaya lo uno por lo otro. El perfume orientalista, tan cargado de armonías francesas, quedó por tanto a cargo exclusivo de los intérpretes, que salieron con brillantez del desafío.
Dio vida a Lakmé, la joven sacerdotisa enamorada de su oficial británico, Sabine Devieilhe, protagonista reciente de un excelente recital en el Ciclo de Lied de La Zarzuela-CNDM. Salvo por su vestido, que podía haber insinuado el colorido exótico, la soprano francesa lo tuvo todo para evocar las sugerencias orientales de la partitura (las del archiconocido Dúo de las flores, por ejemplo) y afrontar en apariencia sin problemas, salvo algún sobreagudo un poco corto, las endiabladas exigencias del aria de las campanillas, una de las más difíciles del repertorio. Sin bajar el pistón virtuosístico, Devieilhe supo darle a su personaje toda su ternura, su candor y, al final, su valentía, algo que el público reconoció como es debido. Xabier Anduaga, Premio ÓPERA ACTUAL 2021, volvía al escenario del Real después de su éxito en Viva la mamma!, y esta vez lo hizo con una autoridad fuera de serie, derrochando caudal y sensibilidad, con un legato impecable, imprescindible para el canto francés, además de imaginación en los colores: gran pareja, con la Lakmé de Devieilhe, aunque Anduaga no se esforzara mucho en el aspecto teatral.
La mezzo Héloïse Mas, con una voz carnosa y aterciopelada, estuvo a la altura de Lakmé en su dúo, y el barítono Stéphane Degout compuso un Nilakantha, el padre convenientemente fanático de la protagonista, muy humano en su romanza del segundo acto. Estupenda, y muy divertida, la institutriz inglesa de la gran Enkelejda Shkosa, que dio una lección canora –voz amplia, dúctil, fabulosamente bien proyectada– e interpretativa, supliendo de sobra la ausencia de puesta en escena: magnífica, casi sublime, su rotunda “L’Inde est abominable!”. Muy bien, con fina sensibilidad las dos, Inés Ballesteros y Cristina Toledo. Y muy evocador Gerardo López, bien conocido del público madrileño, en su lírica caracterización del encantador Hadji, criado de la protagonista. Estupendos David Menéndez e Isaac Galán.
El coro se enfrenta en esta obra a un cometido de cierto compromiso, por la diversidad de modos que debe evocar, pero el laureado Coro Titular del Teatro Real lo resolvió con solvencia y alcanzando momentos muy hermosos. La Orquesta Titular, recién salida de los abismos wagnerianos, tuvo alguna dificultad para hacerse con el sonido de Delibes, igual de colorido pero mucho más ligero e inmaterial. Lo consiguió bajo la dirección inteligente y delicada de Leo Hussain. Tal vez quede alguna esperanza de recuperar el auténtico estilo francés…
Una distracción en el cálculo de la duración propició la confusión del público entre el segundo y el tercer actos. Incidente menor para una función que llevó por un rato a los asistentes a mundos desaparecidos para siempre. * José María MARCO, corresponsal en Madrid de ÓPERA ACTUAL
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