CRÍTICAS
INTERNACIONAL
'La Bohème' puesta al día
Niza
Opéra de Nice
Puccini: LA BOHÈME
Oreste Cosimo, Cristina Pasaroiu, Serban Vasile, Melody Louledjian, Jaime Eduardo Pialli, Andrea Comelli, Richard Rittelmann, Eric Ferri, Gilles San Juan. Dirección musical: Daniele Callegari. Dirección de escena: Kristian Frédric. 6 de junio 2023.
Por mor de poner al día la historia de Henry Murger (1851) musicada por Puccini en La Bohème, el regista Kristian Frédric decidió que la protagonista no podía morir de tuberculosis en 1994, sino de la enfermedad entonces más temida: el sida. Aprovechó un cambio de decorados para presentar en un vídeo las malandanzas del famoso Freddie Mercury. No todo el público apreció la explicación. Añadió con sentido de la realidad que, no solo la heroína, sino también toda la banda de precarios artistas podían ser pasto de la epidemia. Y pues, decidió que el rostro simpático pintor Marcello apareciera con trazas inequívocas del mal en el último acto. Acertó con la real voluntad de Mimì de integrar el grupo de jóvenes y utilizó con eficacia la presencia de Melody Louledjian para transformar la casquivana Musetta en un sex toy. Philippe Miesch, el escenógrafo, dispuso la vivienda de los artistas al nivel de la calle y transformó el hotelito de la Porte de Gentilly en un sórdido garito que no olía precisamente a hierbabuena.
El resultado global, dejando de lado las inevitables incoherencias observables en todo cambio de época, cubrió a la perfección todas las exigencias del libreto y así el público —que aplaudió a rabiar al cabo de la noche— pudo revivir el drama polisecular puesto al día.
Fue, a no dudarlo, con la venia de Daniele Callegari que los solistas adoptaron la emisión en forte para expresar sus sentimientos. Ello aportó una exaltación que ocultaba los defectos de dicción y de justeza, pero que, visto positivamente, agradó a la audiencia.
El público dio la salva más nutrida a la protagonista, Cristina Pasaroiu, perdonando la frivolidad vocal mostrada en su primera aria y la rigidez en su segunda, pero reconociendo la generosidad y la vivacidad de su canto en el resto de sus intervenciones. El aplauso más sincero y espontáneo fue concedido con justicia a Serban Vasile —Marcello—, quien aun sin quitar el forte impuesto (es pura suposición) moduló sus decires y se lució en su diálogo con Mimì en el tercer acto. Melody Louledjian fue una Musetta (estilo call girl según declaración del director de escena) que pudo aquí brillar vocal y dramáticamente; su papel de mala-mujer-arrepentida en el acto final mostró de lo que es capaz la artista.
Oreste Cosimo —Rodolfo— estuvo a la altura de su papel en lo vocal (perdónesele la omisión del célebre do al final del primer acto) y convenció por su porte físico y su acción dramática. Jaime Eduardo Pialli —Schaunard— hizo temblar los muros del teatro a cada intervención, Andrea Comelli —Colline— hubiese debido dar un mayor énfasis a su aria, y se perdió una buena ocasión. Richard Rittelmann —Benoît— y Eric Ferri —Alcindoro— cumplieron en sus roles. El regista quiso transformar el escueto Parpignol en una especie de mago, gurú o algo parecido y Gilles San Juan se plegó a su voluntad con disciplina pero sin mucha convicción.
Felicítese al coro dela casa —Giulio Magnanini— y muy particularmente al coro infantil —Philippe Négrel— por sus intervenciones siempre bien mesuradas en ritmo y volumen.
Daniele Callegari, buen conocedor de la partitura, puso la orquesta al servicio de los cantantes, vale decir, la ocultó casi por completo a los oídos de la sala. Solo una atención particular sobre su trabajo permitió constatar la justeza, la pulcritud y la exigencia en todo detalle que el director pedía y obtenía de los atriles. * Jaume ESTAPÀ, corresponsal en Francia de ÓPERA ACTUAL
CRÍTICAS RELACIONADAS