La barbarie de la violación en el contexto actual

Madrid

28 / 03 / 2023 - Mario MUÑOZ - Tiempo de lectura: 3 min

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Lucrecia Madrid Una escena de la nueva producción de 'La violación de Lucrecia' © Teatro de La Zarzuela / Elena DEL REAL
Lucrecia Madrid Una escena de la nueva producción de 'La violación de Lucrecia' © Teatro de La Zarzuela / Elena DEL REAL
Lucrecia Madrid Una escena de la nueva producción de 'La violación de Lucrecia' © Teatro de La Zarzuela / Elena DEL REAL

Teatro de La Zarzuela

Nebra: LA VIOLACIÓN DE LUCRECIA

Nueva producción

María Hinojosa, Marina Monzó, Carol García, Judit Subirana, Manuela Velasco, Borja Luna. Ensemble Los Elementos. Dirección musical: Alberto Miguélez Rouco. Dirección de escena: Rafael R. Villalobos. 26 de marzo de 2023.

Escuchar una obra de José de Nebra siempre es una buena noticia, y si además viene de la mano de un montaje escénico y dejando de lado las versiones de concierto, mucho más. Otra cosa es el contexto histórico que le dio origen, el “puto contexto”, como gritaba la soprano Judit Subirana en un momento de la obra para justificar sus actos frente a Lucrecia. El problema está en que la obra original, titulada Donde hay violencia, no hay culpa, es extremadamente larga en sus parlamentos —tal como ya comentó a ÓA el director musical y artífice del espectáculo, Alberto Miguélez Rouco, Premio ÓPERA ACTUAL 2022—, casi una hora de texto escrito por Nicolás González Martínez en el cual está condensada toda la acción.

Y, claro, sin cortar es infumable y cortada inescrutable. Da ahí surge la necesidad de adaptar el texto, labor realizada por la escritora Rosa Montero, que ha hecho añicos las famosas gafas de época con las que los historiadores piden mirar al pasado para poner sobre el escenario a un nuevo personaje denominado Espíritu de la leyenda de Lucrecia, interpretado magníficamente por Manuela Velasco, que analiza desde una perspectiva actual el mito y sus lecturas. La visión de género en este caso es más que pertinente y necesaria (pocos libretos tienen más justificada esa mirada), pero, y volviendo al problema, este surge no en el contenido, sino en la forma de ofrecerlo, en ocasiones tutelado y mascado hasta el cansancio. La barbarie de la violación, la culpa, la forma torcida de enfocar lo sucedido… Todo queda claro con la propuesta escénica, y la actriz no hace otra cosa que trasladar a palabras lo obvio, como esos personajes de los blockbusters norteamericanos que al final de la película explican todo lo ocurrido, no sea que alguien se lo haya perdido.

Por lo demás, la adaptación funciona bien sobre una dirección de escena convincente y unos decorados que saben jugar con los segundos términos, aprovechando la inmensa fotografía de Luigi Ontani (Lapsus Lupus), la estética que no llega a decadente, pero se intuye y la mezcla de elementos clásicos (un busto) con modernos (un andamio), en un paisaje que anuncia la ruina. Todo se articula alrededor de una iluminación que permite ver un escenario dentro del escenario, encontrando la alcoba de Lucrecia tras la fotografía, solo visible con el cambio de luces. Hay una clara vocación por el espacio imponente, ese opresivo gigantismo palaciego bien recorrido por cantantes y figurinistas.

"Marina Monzó construyó una Tulia enamorada, torturada, digna en su dolor, con sobrados medios vocales y una contraparte dramática de altura"

Hubo dos grandes protagonistas: el Ensemble Los Elementos, creado y dirigido por Miguélez Rouco, y la soprano Marina Monzó, como el maestro, Premio ÓPERA ACTUAL 2022. Ambos funcionaron a otro nivel respecto al resto de sus compañeros. La cantante valenciana construyó una Tulia enamorada, torturada, digna en su dolor, con sobrados medios vocales y una contraparte dramática de altura. Conoce las convenciones del género y supo arropar cada repetición de matices y colores, además de la una musicalidad evidente en el fraseo. Por su parte, los músicos de Los Elementos lucharon de forma sobresaliente contra la acústica terrible para los instrumentos de época del foso del Teatro de La Zarzuela. La vivacidad de Miguélez Rouco y la calidad de la música permitieron una lectura con dinámicas extremas que sabía moderarse cuando el canto lo pedía y que jugaba con los modernos tresillos y seisillos de la partitura.

En el resto del reparto, María Hinojosa fue haciendo crecer a su Lucrecia hasta un final notable, aunque por momentos le penalizó el exceso de vibrato. Buenas intervenciones las de Carol García y Judit Subirana, a pesar de quedar algo lastradas en la adaptación por su discontinuidad dramática.  * Mario MUÑOZ, corresponsal en Madrid de ÓPERA ACTUAL