CRÍTICAS
INTERNACIONAL
Korngold recuperado en Italia
Turín
Teatro Regio
Korgold: VIOLANTA
Estreno en Italia
Annemarie Kremer, Michael Kupfer-Radecky, Norman Reinhardt, Anna Maria Chiuri, Peter Sonn, Soula Parassidis, Joan Floqué. Dirección: Pinchas Steinberg. Dirección de escena: Pier Luigi Pizzi. 25 de enero de 2020.
Se ofrecía por vez primera en Italia esta ópera en un acto compuesta en edad temprana por el músico austriaco Erich Korngold. Niño prodigio y último de los compositores tardo-románticos, debe principalmente su fama a las bandas sonoras para las películas de Hollywood que compuso una vez ya refugiado en Norteamérica, como tantos compatriotas suyos de origen judío, a la llegada del nazismo. Estos trabajos le fueron gratificados con dos premios Oscar, mientras que en el terreno teatral Die tote Stadt (1920) le consagraba definitivamente como operista.
Violanta, compuesta a los 17 años y estrenada en Múnich el 28 de marzo de 1916 sobre un libreto de Hans Müller, trata de un drama ambientado en la Venecia del siglo XV durante el Carnaval. Violanta, esposa de Simone, desea vengar el suicidio de su hermana Nerina, monja novicia seducida por Alfonso, el hijo ilegítimo del Rey de Nápoles, al que atrae hasta su casa, pidiendo a su marido que lo mate. Pero acaba seducida por él y decide sacrificarse interponiéndose entre él y su esposo, que la atraviesa con su espada.
Se está en pleno clima Jugendstil y en la figuración de una Venecia de fantasía que hubiera podido perfectamente inspirara Klimt o a los prerrafaelistas ingleses; la música es absolutamente tonal y rica en situaciones orquestales que permiten adivinar al Korngold más maduro y a autores como Richard Strauss o Mahler, amén de quien fuera su maestro, Zemlinsky. La celesta, la glass harmónica o la mandolina aportan toques exóticos, en tanto que las dos arpas en el foso de la orquesta y un piano pueden reproducir, junto con el increíble tratamiento de las voces en un joven de 17 años, el esquema de un Caballero de la Rosa o de una Ariadne en Naxos. Ópera que transcurre incluso demasiado rápida, con soluciones melódicas fascinantes y un gran ritmo teatral y que sorprende no circule con mayor frecuencia fuera de los circuitos angloalemanes.
El Teatro Regio, no hace falta decirlo, registraba solo media entrada. Lástima, porque la versión alcanzó un óptimo nivel. La orquesta, en gran forma, y el coro preparado por Andreas Secchi, pese a su escasa presencia y siempre entre cajas, obedecieron las muy eficaces órdenes de un Pinchas Steinberg, un habitual intérprete de Korngold que supo poner de relieve toda la brillantez tímbrica y cromática de la partitura, sin cubrir nunca con su orquesta las voces de la escena.
La producción, de sobria elegancia y con un vestuario adaptado a la época de la composición con predominio del color rojo, se debía en su conjunto a Pier Luigi Pizzi, al que nunca se admirará bastante: una lección de estilo y de buen gusto por la hay que estarle agradecidos. La iluminación dispuesta por Andrea Anfossi era, asimismo, igualmente centrada
Destacó en el reparto la protagonista, la soprano Annemarie Kremer, que tuvo que afrontar una línea de canto extenuante y tensa, en la que triunfó a pesar de algunas asperezas en el registro agudo. Como intérprete resultó plenamente seductora. El barítono Michael Kupfer-Radecky mostró una vocalidad robusta de resonancias casi veristas que hizo de él el Simone ideal. Muy bien también el tenor Norman Reinhardt, en un cometido breve –la ópera dura apenas 75 minutos– pero al que no se le ahorran agudos en una tesitura difícil, perfectamente resueltos por otra parte, y que abrochó con el physique du rôle necesario para hacer creíble el personaje del seductor, cosa que nunca está de más.
En los papeles secundarios pero necesarios por su importancia teatral resultó preciosa la participación de la mezzosoprano Anna Maria Chiuri en el papel de la nodriza Barbara. Un óptimo característico de voz importante fue Peter Sonn como el pintor Giovanni Branca y bien identificada con Bice la soprano Soula Parassidis. El papel de Matteo, soldado prendado sin esperanza alguna de la bella Violanta, fue el también eficaz tenor Joan Folqué.
CRÍTICAS RELACIONADAS