CRÍTICAS
NACIONAL
Kemoklidze, 'Carmen' a lo grande
Sevilla
Teatro de La Maestranza
Bizet: CARMEN
Ketevan Kemoklidze, Sébastien Guèze, Simón Orfila, María José Moreno, Anna Gomà. Coro de la AA del Teatro de la Maestranza. Real Orquesta Sinfónica de Sevilla. Dirección musical: Anu Tali. Dirección de escena: Calixto Bieito. 1 de junio de 2021.
Debido a un brote controlado de Covid-19 durante los ensayos de esta producción tuvo el cast principal que esperar a levantar el telón de la ópera, como ya se indicó en la reseña inmediatamente anterior referida al reparto alternativo de unas funciones que han devuelto a Carmen a su ciudad de origen. Después de contemplar por segunda vez el trabajo de Calixto Bieito en el escenario del Maestranza se concluye que el coliseo sevillano ha salido ganando con esta puesta en escena, tan vigente o más que en el año de su estreno, 1999, y seguramente de mayor compromiso dramático que por la que se había apostado inicialmente, un (parcialmente) nuevo montaje a cargo de Emilio Sagi.
Al contrario que Sandra Ferrández, protagonista del otro reparto que ha cantado el papel solo en un par de ocasiones, Ketevan Kemoklidze tiene muy rodado el personaje. Completamente desenvuelta en el escenario, se entregó a trazar una Carmen desinhibida, seductora, con una línea de canto sólida y un registro que, en algunas escenas, como en la célebre Habanera, alcanzó también un punto sombrío gracias a un timbre de mezzosoprano de colores oscuros con excursiones cómodas al agudo, siempre homogéneo, y que supo hacer correr bien a lo largo de su tesitura. Logró además dar intención a cada frase, lo que en una ópera que puede ser cantada con brocha gorda es todo un mérito. Con menos naturalidad se desenvolvió el tenor Sébastien Guèze, brioso e intencionado pero con una emisión que tendía a un engolamiento muy típico de otros tiempos, acusó tiranteces y su proyección atravesó momentos de escasez.
Mejor que Guèze se lo pasó Simón Orfila, con una voz de bajo-barítono que le permitió redondear a un Escamillo expansivo en una Canción del toreador dicha con un caudal inmenso, pero bien modulado, con todo bajo control. María José Moreno fue una Micaëla de excesivo arrobamiento pero con una voz de hermoso timbre, gran lirismo expresivo y sobrados medios vocales. El personaje, en el que se alternó con una excelente Raquel Lojendio, ha tenido mucha suerte en estas funciones. El Coro del Maestranza, algo mermado en voces y con menos ensayos de los planteados por el coronavirus, siguió como en la primera representación acusando ciertos desajustes con la batuta de Anu Tali, que realizó, con el compromiso de la Sinfónica de Sevilla, una versión muy atenta al detalle, preciosista y huidiza a excesivos compromisos melodramáticos. * Ismael G. CABRAL, corresponsal en Sevilla de ÓPERA ACTUAL