Juan Diego Flórez, la prueba del algodón

Barcelona

27 / 05 / 2023 - Marcelo CERVELLÓ - Tiempo de lectura: 2 min

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flórez palau Juan Diego Flórez y Vicenzo Scalera en el Palau © Palau de la Música Catalana / Antoni BOFILL
flórez palau Juan Diego Flórez en el Palau © Palau de la Música Catalana / Antoni BOFILL

Palau de la Música Catalana

Recital de JUAN DIEGO FLÓREZ

Obras de Gluck, Rossini, Gounod, Verdi, Puccini y otros. Vincenzo Scalera, piano. 24 de mayo 2023

Varias cosas compensaron a quienes rezongaban por el regreso de Juan Diego Flórez en un recital y no en formato escénico, aunque no debieron ser tantos, porque en el Palau de la Música Catalana no cabía un alfiler. Desde el reencuentro con la bellísima Aubade de un Roi d’Ys que lleva más de 70 años ausente del Liceu hasta el reto que para el tenor peruano suponía enfrentarse a un buen número de arias del mayor empeño –no hay ópera en el actual repertorio que lo haga posible– con el atractivo adicional de incluir dos piezas verdianas que podían suministrar elementos suficientes para oficiar de prueba del algodón en su declarada intención de ampliar el abanico de sus posibilidades artísticas.

"Hay que agradecer a este consumado artista que no intentara ensanchar indebidamente la emisión o forzar unos medios que aún parecen mejor empleados en el canto belcantista"

En este último aspecto, tanto los fragmentos de Un ballo in maschera como de Luisa Miller –este con la cabaletta incluida– dictarían sentencia. Ambos fueron cantados con absoluta propiedad, óptimo legato y expresividad perfecta, pero –¿aún?– sin el grosor necesario o la resonancia vocal que pudieran identificar el éxito del resultado. Hay que agradecer a este consumado artista que no intentara ensanchar indebidamente la emisión o forzar unos medios que aún parecen mejor empleados en el canto belcantista –su “Ange si pur” constituiría posiblemente el punto más rutilante de su actuación– y que prefiriera la precisión en el fraseo a un dramatismo squillante que no es, ni tiene por qué ser el suyo. En cualquier caso, desde los titbits barrocos de la primera parte del recital hasta el apasionado “Torna ai felici di” que lo cerraba, todo tuvo el tempo adecuado y la brillantez expositiva que siempre coinciden en el canto de este artista, que afianzaría su complicidad con el público con esa habitual repostería, con guitarra o sin ella, que suele regalar en sus recitales. Pero esa ya sería otra historia.

Vincenzo Scalera, muy atento a los matices del acompañamiento, tuvo ocasión de lucirse en solitario en las breves piezas programadas para dar un respiro al cantante. Público exultante y feliz al término del recital. De eso se trataba, en cualquier caso.  * Marcelo CERVELLÓ, crítico de ÓPERA ACTUAL