CRÍTICAS
NACIONAL
Una juvenil ‘Liederabend’ con Olivé
Madrid
Centro Nacional de Difusión Musical
Recital de JOSEP-RAMON OLIVÉ
XXVIII Ciclo de 'Lied'
Obras de Ludwig van Beethoven, Franz Schubert, Gabriel Fauré, Richard Strauss. Victoria Guerrero, piano. Teatro de La Zarzuela, 21 de marzo de 2022.
El debut del barítono barcelonés Josep-Ramon Olivé en el Ciclo liederístico del CNDM y del Teatro de La Zarzuela venía precedido de una gran expectativa, suscitada por su brillante currículum en el que destacan su aportación al oratorio y, en general, a la música religiosa: una excelente escuela que requiere, en muchas ocasiones, una preparación técnica de primera categoría y un alto grado de concentración expresiva, volcada en la materia espiritual que la voz debe comunicar con propiedad, intensidad, y también decoro.
La expectativa no se vio defraudada: como carta de presentación, Olivé puso sobre el escenario una voz muy hermosa, bien timbrada, sin problemas en las dinámicas, de registro muy amplio y capaz de matizar con sutileza y llenar sin aparente esfuerzo todo el teatro, que en algún momento pareció quedársele pequeño. Son virtudes requeridas par la otra faceta de Olivé, como es su predilección por la canción, en particular el Lied y la mélodie.
El recital empezó con una apasionada y teatral interpretación de A la amada lejana, de Beethoven, que dentro de un tono general nostálgico y elegíaco, presenta variaciones sustanciales de tempo y expresividad, a veces muy bruscas, otras adornadas. Olivé y Victoria Guerrero, su acompañante al piano, eligieron luego seis Lieder de Schubert, cinco de ellos sobre poemas de Rückert y casi todos de tema amoroso, aunque con una amplia variedad expresiva que Olivé supo reflejar desde el más serio, aunque a veces algo irónico Greisengesang (Canto del anciano), a la nobleza y la libertad de Sei mir gegrüsst (Te saludo) pasando por la bienhumorada Lachen und Weinen (Risas y lágrimas). Olivé exhibió presencia vocal, voluntad interpretativa e inteligencia para adaptarse a los muy diversos matices que reclaman estas canciones.
Se echó en falta, sin embargo, esa libertad expresiva plena que da el tener completamente superadas las dificultades tanto técnicas como expresivas que plantea el género. Cuestión de madurez, sin duda, que llegará con el tiempo: el Lied, que es una buena escuela de canto por la complejidad que requiere, también ha de ser abordado con el control total de las medias voces, las subidas a los agudos y los colores.
En la segunda parte, la llegada de las nueve mélodies que Fauré compuso sobre algunos de los poemas de La bonne chanson de Verlaine, cambió el panorama, como si Olivé se sintiera más seguro en estas piezas plenamente situadas, sin embargo, en la mayor de las sutilezas expresivas, casi sin apoyo en lo que no sea la pura evocación de la palabra hecha música: a veces la juventud se apropia con naturalidad de lo más difícil y le devuelve una claridad particular. Preciosa, llena de matices nocturnos La lune blanche, y muy hermosa la versión esperanzada y meditativa a un tiempo de L’hiver a cessé (El invierno se ha acabado). El recital culminó en otra selección de seis Lieder de Richard Strauss, que partieron de la extática Morgen! (¡Mañana!), de la que Olivé supo extraer toda la promesa de felicidad, hasta el extrovertido y exigente Wie Sollten wir geheim sie halten (¿Cómo mantenerla en secreto?), que cerró con rotundidad contagiosa.
Desde el piano, Victoria Guerrero matizó, profundizó, amplió y a veces cantó con un lirismo contagioso. Éxito importante para ambos intérpretes y bien merecido. * José María MARCO, corresponsal en Madrid de ÓPERA ACTUAL
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