CRÍTICAS
NACIONAL
Josep Carreras emociona en su regreso
Peralada
Festival Castell de Peralada
La noche de JOSEP CARRERAS
Obras de Lehár, Massenet, Tosti, Verdi, Grieg, Serrat, Llach o Délibes. Martina Zadro, soprano. Orquestra Simfònica del Gran Teatre del Liceu. Dirección: Gustavo Gimeno. 3 de agosto de 2022.
El tenor Josep Carreras, desde que se curó de leucemia en 1988, restringió notablemente su presencia en producciones operísticas de primera línea de exigencia, pero hasta hoy sigue cantando en conciertos conmemorativos y galas benéficas por todo el mundo, en auditorios importantes y destinos exóticos. Su última gran actuación fue anoche, en el Festival Castell de Peralada (Girona), que programó un concierto-homenaje dedicado al tenor catalán, quien, además, recibió tras el intermedio la Medalla de Honor por su estrecho vínculo con el certamen estival. Carreras, protagonista absoluto de la velada, cantó, perfectamente amplificado, célebres canciones en italiano, inglés, castellano y catalán que le han acompañado a lo largo de su carrera, junto a la soprano eslovena Martina Zadro y la Orquestra Simfònica del Gran Teatre del Liceu, bajo la batuta de David Giménez.
Ciertamente, resulta inevitable no valorar la voz de Carreras sin tener en mente sus 75 años de edad, el estado vocal actual o las comparaciones con las míticas interpretaciones del tenor del pasado. Pero, intentando abstraer la valoración del concierto en Peralada de la nostalgia y la veneración hacia su figura incontestable, puede destacarse que Carreras mantiene absolutamente nítido el esmalte que caracteriza su timbre, así como el gusto en el fraseo en su inherente musicalidad. Sin embargo, también es cierto que el cantante no arriesgó en los agudos y se mantuvo durante todo el recital en un registro central medio que le permitía una cierta potencia en la emisión microfonada, pero que innegablemente le restaba brillo y espectacularidad. Entre las interpretaciones más aplaudidas, destacó «The impossible dream» de Mitch Leigh y, sobre todo, la expresiva Passione de Nicola Valente y la famosísima Core ’ngrato, las dos en la segunda parte, con un Carreras más afianzado sobre el escenario y resueltos los problemas de amplificación del principio.
A su lado, Martina Zadro, que, sin querer arrebatar protagonismo en ningún momento, cantó a dúo con Carreras fragmentos como “Meine Lippen” de Giuditta de Léhar e interpretó como solistas páginas de enorme lucimiento vocal, como Les filles de Cadix de Delibes que solventó con precisión y puntualidad, pero con poca gracia en el timbre y expresividad. La prometida sorpresa de la noche fue, finalmente, la aparición de Mariona Escoda, ganadora de Eufòria, el nuevo talent show de TV3. La joven cantante de pop y musical lució una voz bella y angelical cantando con Carreras Un núvol blanc de Lluís Llach y Paraules d’amor de Joan Manuel Serrat, pero su presencia tenía poco a ver con el sentido del homenaje, más allá de ser la ganadora del concurso de la cadena de televisión que justamente estaba filmando el concierto.
Al final, el público, que comenzó comedido y expectante, como Carreras, fue animándose progresivamente, hasta la calurosa –y esperada– ovación final, que se prolongó a lo largo de los múltiples bises que cerraron la celebración. El concierto, pues, dejó sentimientos encontrados, porque realmente fue emocionante ver de nuevo el tenor catalán sobre un escenario que tanto le aplaudió, pero, al mismo tiempo, también resultó doloroso constatar que el homenaje era quizá, ahora sí, el comienzo de un adiós tan prolongado como inevitable. * Aniol COSTA -PAU, crítico de ÓPERA ACTUAL
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