CRÍTICAS
NACIONAL
Jonathan Tetelman, expresión y carácter
Peralada
Festival Perelada
Recital JONATHAN TETELMAN
Obras de Liszt, Verdi, Tosti, De Curtis, Lara y Sorozábal. Jonathan Tetelman, tenor. Daniel Heide, piano. Iglesia del Carme, 3 de agosto de 2023.
Seis días después de la inauguración veraniega del Festival Perelada de la mano del impresionante tenor Freddie de Tommaso, llegó el turno del también tenor Jonathan Tetelman, que subió al altar de la iglesia del Carme para ofrecer un recital en el que combinó arias de ópera, canciones y zarzuela. El cantante norteamericano de origen chileno, que debutaba en el certamen ampurdanés y que se dio a conocer en Barcelona en la Tosca del Liceu de 2019, sorprendió gratamente a los asistentes por su desenvuelto sentido de la musicalidad y su timbre satinado, a la vez que por su carácter arrojadizo y poderoso.
La selección del repertorio era ciertamente ecléctica e inesperada, con brincos de estilo, temática y autor que impidieron una interpretación estilísticamente rigurosa de cada pieza. Sin embargo, la intencionalidad del fraseo y el sentimiento eminentemente expresivo del tenor solventó las incongruencias en la lectura. La voz de Tetelman es versátil y dúctil, capaz de subir los decibelios sin desbocarse, perder calado ni castigar los armónicos, a la vez que moldea pianissimi o aspira timbres susurrados con encanto y delicadeza. Tanta mutabilidad vocal, no obstante, le penaliza en detalles que escapan al control, pero el atrevimiento y el ímpetu para emocionar resulta más loable que la monotonía sin fisuras.
La velada empezó con la versión para voz y piano de las tres preciosas canciones de Franz Liszt inspiradas en los sonetos de Petrarca, quizá demasiado profundas para conectar rápidamente con el público, pero Tetelman, acompañado por el pianista Daniel Heide, asombró con su fraseo brillante de tenor tirando a spinto por colores, combinado con lirismo y sensibilidad. Después de la escritura compleja y refinada de Liszt, siguió el aria del llanto de Macduff del Macbeth verdiano, que permitió al cantante acrecentar la intensidad dramática del recital, aunque abruptamente interrumpida por una pausa de 15 minutos, que, sumada al eclecticismo del programa, complicó todavía más la posibilidad de trazar un discurso creciente y articulado a lo largo del concierto.
Tras el descanso, Tetelman optó por canciones napolitanas de Paolo Tosti y Ernesto de Curtis, que, aunque la reverberación de la cúpula románica de Peralada no juega a favor de su carácter popular y seductor, el cantante liquidó buscando la espectacularidad con finales vigorosos. Heide, que en todas sus intervenciones no supo afinar la articulación y el uso del pedal a las necesidades acústicas de la iglesia, dio tregua al solista con una confusa versión de Asturias de Isaac Albéniz, que sirvió como preludio de las dos piezas de música hispanoamericana que culminaron el recital: una torrencial versión de Granada de Agustín Lara y una admirable aproximación, aunque de dudosa dicción castellana, de la dolorosa romanza «No puede ser» de La tabernera del puerto de Sorozábal.
El público, que durante la primera parte del concierto estuvo comedido en los aplausos, dedicó de pie una gran ovación final, a la que Tetelman respondió con tres festivos bises: el seductor «Dein ist mein ganzes Herz» de la opereta de Léhar El país de las sonrisas, una interpretación en primicia de «Nessun Dorma» que aparecerá en su próximo lanzamiento discográfico en septiembre (The great Puccini, Deutsche Grammophon) y que aquí no supo culminar con fluidez, y Funiculì funiculà al son de las palmas del público, antes de una última ovación que el cantante agradeció con su hija en brazos. * Aniol COSTA-PAU, crítico de ÓPERA ACTUAL
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