CRÍTICAS
CD, DVD, Libros
Jonas Kaufmann: SELIGE STUNDE
CD
KAUFMANN, Jonas
SELIGE STUNDE
Selección ÓPERA ACTUAL
Obras de Schubert, Schumann, Mendelssohn, Zemlinsky, Mahler y otros. Helmut Deutsch, piano. Sony. B08BGBM4Y5. 1 CD. 2020.
En el mundo del Lied hay parejas felices que inspiran generaciones de músicos y marcan época. Es el caso del tándem que forman Jonas Kaufmann (Entrevista ÓA) y Helmut Deutsch, antaño alumno y profesor en el conservatorio de Múnich, hoy uno de los dúos más consolidados del panorama de la música clásica. La pareja germánica vuelve a demostrar su sintonía en el álbum Selige Stunde, que aparece para dar aire en un tiempo de incertidumbre para el gremio. Cocinado en plena pandemia, con todos los estudios cerrados, el trabajo de Kaufmann y Deutsch tuvo que grabarse en una sala privada. Tanto mejor, al final, para un disco que no deja de ser un homenaje a la intimidad del universo de la canción. Pianista y cantante se encuentran a la perfección en cada pieza, y se acercan más que nunca al oyente.
Más allá del título, Selige Stunde, que remite a la interesantísima canción homónima de Alexander von Zemlinsky, es difícil establecer cuál de los 27 Lieder que contiene este álbum merece más atención. El universo Lied, tal y como lo conocen los teatros y las salas de concierto, ama los ciclos, las colecciones, los itinerarios. Lejos de todo ello, Kaufmann y Deutsch optan por recrear una forma de escucha quizás ya caduca, pero sin duda clave para entender la eclosión del género en su escenario original, el salón Biedermeier: los artistas abren el libro de canciones y se entregan a su interpretación al modo de tantas familias centroeuropeas a lo largo del siglo XIX, vagando de autor en autor, explayándose en Beethoven, o quizás en Schubert, pero topándose de vez en cuando con nombres más extraños al canon. De esta manera, repasando un libro de canciones antiguo, fue como Helmut Deutsch descubrió el Lied que da nombre al disco, Selige Stunde, así como el fugaz experimento de Liszt, “Es muss ein sonderbares Sein”. Lo bello del viaje de Deutsch y Kaufmann es que transita sin pesares por una miríada de tradiciones musicales, experto en cada efímera parada. A destacar, quizás, el fascinante número final, “Ich bin der Welt abhande gekommen”; Deutsch asume sin problemas la compleja reducción de la partitura orquestal, y Kaufmann penetra con alivio en un Mahler que cada vez más va definiéndose como su zona de confort
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