CRÍTICAS
NACIONAL
Improvisación y oportunidad
Valencia
Palau de Les Arts
Mozart: COSÌ FAN TUTTE
Semi-escenificada
Federica Lombardi, Paula Murrihy, Davide Luciano, Anicio Zorzi Giustiniani, Marina Monzó, Nahuel di Pierro. Dirección: Stefano Montanari. Dirección de escnea: Silvia Costa. 27 de septiembre de 2020.
Las normas sanitarias obligaron al Palau de Les Arts a posponer a la próxima temporada el Requiem de Mozart en la propuesta de Romeo Castellucci que inauguraba la temporada. Así pues, la dirección artística hubo de recomponer la programación e improvisar este Così fan tutte. Una improvisación que se tornó en oportunidad: parte del reparto provenía del malogrado Requiem, pero eso no era suficiente, se necesitaban refuerzos y para ello se consiguió, por ejemplo, reclutar a una de las figuras ascendentes de la actualidad como es la soprano Federica Lombardi, quien firmó una Fiordiligi de primera clase. Hubo, eso sí, que hacer algunas concesiones a las circunstancias, como el corte de algunas partes de la partitura para ofrecer el espectáculo en dos horas y media, pues no se podían hacer descansos ni pausas. Los cortes más significativos fueron algunas arias del acto segundo (Despina, Ferrando y Dorabella). La propuesta escénica de Silvia Costa presentó un espacio aséptico, tal vez contagiada por el universo hidroalcohólico en el que hoy se vive… Pero la verdad es que todo funcionó muy bien. La regia permitía seguir la trama sin tópicos y centrándose en lo esencial.
Vocalmente, como se ha señalado, la estrella fue Federica Lombardi. Destacó por la calidad de su carnoso timbre, pero también por la homogeneidad de todo el registro. Por ejemplo, en el famoso “Come scoglio” la perfecta colocación de los graves en la máscara le permitió ofrecer una purísima y elegante línea de canto. A su lado, Paula Murrihy ofreció una Dorabella también de excelencia, con una voz clara y un canto elegante. El otro gran acierto fruto de las circunstancias fue contar con el regreso de la valenciana Marina Monzó a Les Arts, en esta ocasión con una preciosa Despina, de canto exquisito y enorme carisma escénico. Por ello, el corte de su aria fue el que más dolió. De lo que no cabe duda es que está llamada a ser la cantante valenciana más importante de los próximos años.
Davide Luciano fue un soberbio Guglielmo, con voz plena y exuberante, a la vez que ofreció un canto de elegante línea. Nahuel di Pierro basó la caracterización de su Don Alfonso en el más puro bel canto; tal vez por ello pudo dar la sensación de cierta frialdad.
La única voz que no estuvo al nivel fue la del tenor Anicio Zorzi Giustiniani como Ferrando: la emisión nasal afeaba el timbre, pero tampoco técnicamente estuvo al nivel, con una zona de paso que en ocasiones estrangulaba la línea de canto.
Stefano Montanari ofreció una versión fresca y de gran sentido rítmico. Ante una orquesta con mascarilla y parapetos de PVC trasparente, consiguió contagiar la alegría mozartiana. Por cierto, también tocó el pianoforte en los recitativos. Fue curioso ver cómo llevaba la batuta a su espalda, como si de una espada ninja se tratase, cada vez que se ponía al teclado.
En conjunto, una feliz sorpresa en la vuelta a la ópera en Les Arts tras la crisis vivida. El tiempo dirá si habrá que recurrir a más improvisaciones, pero ojalá todas fueran como esta…