CRÍTICAS
NACIONAL
Händel para despedir el curso sinfónico
Bilbao
Bilbao Orkestra Sinfonikoa
Reinas händelianas
Elisabeth Reiter, soprano. Dirección y clave: Erik Nielsen. Palacio Euskalduna, 21 de mayo de 2021.
Erik Nielsen, titular de la Bilbao Orkestra Sinfonikoa, parece ser un entusiasta a la hora de programar en uno de los últimos conciertos de abono de cada temporada un contenido de carácter operístico. Si en otras temporadas ofreció actos completos de óperas de Wagner, en este fin de fiesta regaló una sesión monográfica dedicada a Händel. Obviamente la magia puede alcanzarse, si se llega a ella, al contar con una soprano händeliana de calidad. Y fue así en este caso.
Nielsen, para empezar, redujo sustancialmente la masa orquestal, contentándose con seis primeros violines, cuerdas en correspondencia, viento-madera sin metales, percusión limitada a la máquina de viento y una pandereta; a todo ello añadió una tiorba y el clave desde el que el maestro llevó la dirección; y bajado el telón del escenario colocó todo el conjunto en la corbata, con lo que logró una acústica muy mejorada en la inmensa sala del Euskalduna. El programa alternó partes instrumentales –oberturas, gavotas, minuetos– con arias de las óperas correspondientes. Comenzó con la obertura y la «Furie terribili» de Rinaldo, para seguir con Alcina y el aria de la protagonista «Ah Ruggero crudele…«; Elisabeth Reiter demostró al asumirlas ser una soprano ideal para el estilo, y aunque en estas arias no se acumulaban las dificultades que aún habrían de venir, ya se veía la limpieza y facilidad con que discurrían por su voz limpia y bien emitida, adornada oportunamente con trinos y otras agilidades.
Luego llegaría la obertura de Tamerlano y el aria «Cor di padre»; y tras otro interludio orquestal vino Giulio Cesare in Egitto con «Piangerò la sorte mia» y «Da tempeste«. Una Reiter impresionante que se paseó deliciosamente por las dificultades y agilidades de estas hermosas pero traidoras arias, con una línea de canto admirable, cada frase llena de expresión, cada ataque exacto, cada nota precisa y bella. Una delicia de canto lírico que quisieron completar con la preciosa «Lascia ch’io pianga» de Rinaldo, amablemente ofrecida en bis.
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