'Hadrian', una gran ópera contemporánea

Madrid

29 / 07 / 2022 - José María MARCO - Tiempo de lectura: 2 min

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hadrian-teatroreal-operaactual (1) Una escena de 'Hadrian' en su estreno en Madrid © Teatro Real / Javier DEL REAL
hadrian-teatroreal-operaactual (1) Una escena de 'Hadrian' en su estreno en Madrid © Teatro Real / Javier DEL REAL

Universal Music Festival

Wainwright: HADRIAN

Estreno en Europa

Thomas Hampson, Alexandra Urquiola, Santiago Ballerini, Christian Federici, Vanessa Goikoetxea, Alejando del Cerro, Vicenç Esteve, Gregory Dhal, Pablo García-López, Josep-Ramon Olivé, David Lagares, Berna Perles, Albert Casals, Patricia Redondo. Coro y Orquesta titulares del Teatro Real. Dirección musical: Scott Dunn. Dirección de escena: Jörn Weisbrodt. 27 de julio de 2022.

La temporada del Teatro Real terminó a lo grande en el marco del Universal Music Festival con el estreno en Europa de Hadrian, la segunda ópera del cantautor Rufus Wainwright dedicada a las aventuras amorosas del emperador Adriano (no es imprescindible hablar de Hadrian en la traducción española.) Con ella, el compositor consolida lo que aparecía ya con claridad en su ópera prima, como es la voluntad de componer una ópera en la total acepción y dimensión del género, con una acción comprensible, fórmulas venidas de la gran tradición (arias, dúos, concertantes) y sobre todo una invitación al canto expresivo y emotivo, como hacía mucho tiempo que no se escuchaba en obras escritas en la época actual.

Con habilidad venida de otros tiempos, la acción combina la historia sentimental con una intriga política, si bien no resulta convincente el haber convertido al pobre Antinoo en un Parsifal woke, redentor de minorías oprimidas (aunque, por una vez, estas sean los judíos y los cristianos). El libreto se extravía con cierta frecuencia en el comentario de lo ocurrido, como en buena parte del cuarto acto, que ganaría en intensidad de verse reducido a un epílogo breve centrado en el trágico destino amoroso de Adriano, diluido aquí en un nuevo crescendo orquestal y coral de tintes postrománticos, de los que hay varios, probablemente demasiados, aunque varios de ellos espléndido, en la obra.

"Thomas Hampson puso toda su sabiduría, su sensibilidad, su personalidad escénica y la belleza de su instrumento al servicio de un doliente y humano emperador"

Como era de esperar en esta reformulación de la gran tradición, las exigencias canoras no son pocas. Thomas Hampson puso toda su sabiduría, su sensibilidad, su personalidad escénica y la belleza de su instrumento (que le falló un poco en el gran arranque del segundo acto) al servicio de un doliente y demasiado humano emperador. Le dio la réplica Santiago Ballerini como Antinoo, en un papel muy belcantista, con una voz no demasiado grata pero ajustada a las necesidades expresivas del personaje. Espléndida la Sabina, esposa de Adriano, de Vanessa Goikoetxea, con dos arias: una de gran belleza melódica, que seguro que pasará al repertorio de las grandes sopranos como Goikoetxea, y la otra todo un desafío vocal, con agilidades y adornos en una tesitura implacable. Estupendo el dúo de la conspiración de Sabina con Turbo, encarnado por el barítono Christian Federici, de voz cálida, humana y también llena de autoridad. La Plotina de Alexandra Urquiola, con otra gran aria en el primer acto, lució una línea de canto impecable, pero no siempre consiguió superar las oleadas sonoras del foso. Muy en su papel el Trajano de Alejandro del Cerro, e impecables Gregory Dhal, los tres senadores –Pablo García-López, Josep-Ramon Olivé y David Lagares–, así como Berna Perles y Albert Casals.

Estuvo magnífica tanto la Orquesta como el Coro Titulares del Real, aunque el director, Scott Dunn, que imprimió a la obra una intensidad formidable, podía haber cuidado algo más las voces. Habrá que ver cómo funciona en el Festival Castell de Peralada, donde la obra se ofrecerá, con idénticos intérpretes, el 29 de julio.

Hadrian se presentaba en versión semi escenificada, con unos mínimos movimientos escénicos eficaces y bien coordinados por Jörn Weisbrodt. La muy amplia antología de fotografías de Robert Mapplethorpe proyectadas de fondo, gélidas de por sí, aportaron poco, como no fuera enfriar la temperatura emocional de la ópera. Y sin embargo, es esto lo que cuenta y lo que hace de esa obra una ópera importante: la expresión sin miedo de las grandes emociones.  * José María MARCO, corresponsal en Madrid de ÓPERA ACTUAL