CRÍTICAS
NACIONAL
Fleur Barron y su viaje de invierno
Barcelona
Lied Festival Victoria de los Ángeles
Recital de FLEUR BARRON
Concierto inaugural
Obras de Franz Schubert. Fleur Barron, Mercè Bruguera, mezzosopranos. Julis Drake, Teodora Oprisor, piano. Recinte Modernista de Sant Pau, 27 de septiembre de 2021.
La actividad y afición liederística en Cataluña, durante los últimos años, ha ido en claro aumento, tanto en calidad como en cantidad. A la Schubertíada de Vilabertran, marca ya en plena expansión por la geografía española, se le unió hace años el Lied Festival Victoria de los Ángeles, el Life Victoria, que ha ido creciendo de manera exponencial y echando sólidas raíces en la vida musical barcelonesa. A todo ello hay que añadir iniciativas descentralizadoras, como La Fàbrica del Lied, o alternativas, como las Jam de Lied que enriquecen aún más el panorama liederístico catalán.
En lo que respecta a los dos certámenes principales, es interesante observar como cada uno ha sabido encontrar un espacio e incluso un modo de expresarse propio y diferenciado. La Schubertíada, tanto en Vilabertran, Barcelona o ahora en Valdegovía/Gaubea, ha apostado, desde sus orígenes por una escuela que podría definirse como ortodoxa del canto liederístico, lo cual se traduce en una presencia masiva de cantantes del aria germánica o que proceden de escuelas alemanas. El Life Victoria, en cambio, ha encontrado su personalidad en planteamientos más heterodoxos y desacralizados, siempre manteniendo altos estándares de calidad así como por una especial vinculación con el mundo liederístico anglosajón.
Dos planteamientos, pues, distintos pero que, finalmente, se complementan para deleite de los amantes del género de la canción. Así, si este verano, jóvenes como Konstantin Krimmel, Andrè Schuen o Ema Nikolovska pusieron de manifiesto la vitalidad de la Schubertíada y la calidad de los jóvenes intérpretes que se presentan en la misma, el Life Victoria Festival no se quedó atrás en su inauguración, protagonizada por la ascendente mezzosoprano Fleur Barron que se presentó interpretando ni más ni menos que el Winterreise de Franz Schubert junto al pianista Julius Drake.
Hija de padre inglés y madre de Singapur, aunque criada principalmente en Estados Unidos, lo primero que salta a la vista de Fleur Barron es que posee una enorme personalidad tanto vocal y musical como escénica. La voz es seductora, impactante de entrada, con tintes tímbricos cavernosos, aunque la extensión en el grave no sea la de una auténtica contralto. El color es atractivo e uniforme en la tesitura central y aguda y, desde un punto de vista técnico, se maneja con gran autoridad.
Su Winterreise arrancó con fuerza y patetismo, aunque con artificiosidad en la emisión de un registro grave en exceso oscurecido, inconveniente que se fue suavizando a medida que avanzaba la primera parte del ciclo, la cual dejó, por otro lado, momentos vocales y expresivos de alto nivel, como un delicado y escueto «Frühlingstraum». El contraste permanente entre artificio y naturalidad fue la dialéctica que presidió la lectura de Barron. En la naturalidad de las últimas canciones («Der Wegweiser», «Das Wirtshaus», «Die Nebensonnen»), expresadas con absoluta sinceridad, fue en las cuales encontró los mejores acentos y la vía más adecuada por la que profundizar en este ciclo. En cambio cierta tendencia al histrionismo en el aspecto vocal y a la sobreactuación en el teatral, supuso una barrera expresiva de la que debe y puede desprenderse. Ese énfasis expresivo, sin llegar al amaneramiento, contagió también a un Julius Drake que, para bien o para mal, se adaptó a la vía interpretativa de Barron. Así pues, su acompañamiento empezó siendo contemplativo para ir adquiriendo, progresivamente, inesperados tintes dramáticos. Todo ello, pese a la indiscutible calidad de los intérpretes, provocó que el resultado final fuese más impactante que orgánico y que, más que un viaje, se asistiera a una sucesión de escenas aún por acabar de hilvanar.
Como es habitual, el Lied Festival Victoria de los Ángeles introdujo un recital previo de dos jóvenes valores (Life New Artists) que, en este caso, corrió a cargo de la mezzo Mercè Bruguera y la pianista Teodora Oprisor. Ambas plantearon una inteligente y cuidada selección de canciones de Schubert que narraban los estadios de una relación que se acababa rompiendo y que, por tanto, servía de prólogo a la temática desarrollada en Winterreise. Bruguera, que ha estudiado en Londres los últimos años, mostró un instrumento muy atractivo y bien manejado. Aún debe soltarse un poco más a nivel expresivo, pero en cuanto lo haga puede desarrollar una interesante carrera pues cualidades tímbricas como las que posee la joven cantante catalana no abundan. Teodora Oprisor la acompañó atenta y musical, con la dificultad habitual en los jóvenes pianistas de adaptarse a las particulares características de una sala como la del Recinte Modernista de Sant Pau. * Antoni COLOMER, crítico de ÓPERA ACTUAL
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