Feliz reencuentro vivaldiano

Venecia

16 / 07 / 2020 - Andrea MERLI - Tiempo de lectura: 4 min

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La fenice Un espectáculo ofrecido en La Fenice durante la pandemia © Teatro La Fenice

Teatro La Fenice

Vivaldi: OTTONE IN VILLA

Giulia Semenzato, Sonia Prina, Lucia Cirillo, Valentino Buzza, Michela Antenucci. Dirección: Diego Fasolis. Dirección de escena: Giovanni di Cicco. 10 de julio de 2020.

Ottone in villa, la primera ópera del Prete Rosso, estrenada en el Teatro delle Grazie de Vicenza el 17 de mayo de 1713, ha supuesto la reanudación de la actividad operística en el Teatro La Fenice sustituyendo al ambicioso programa frustrado por la pandemia. Diego Fasolis, especialista italiano del repertorio barroco, había manifestado su entusiasmo por reencontrarse con la música escénica de Vivaldi, un entusiasmo que fue compartido por el público, que llenó el teatro en los espacios permitidos. En el escenario se había montado una disposición ambiental fija que recordaba la estructura de una nave. Obra relativamente corta –dos horas y media en su versión completa– Ottone in villa presenta una trama que implica al emperador romano, enamorado de la voluble Cleonilla, a la que también pretende Caio Silio, que ha abandonado por ella a una dama forastera, Tullia, que con atuendo masculino finge ser su paje Ostilio, del que a su vez se ha prendado Cleonilla. Un quinto personaje, Decio, confidente de Ottone, resolverá al fin la cuestión a satisfacción de todos como si fuese un Don Alfonso de este Così fan tutte vivaldiano.

"De Sonia Prina no se sabe si admirar más la potencia de su registro grave o el comportamiento escénico o la vehemencia con que proyecta la 'parola scenica'"

Aun constituyendo un festival de arias intercaladas en el recitativo secco, la ópera contiene una música bella y original. El auténtico protagonista es Caio Silio, en su día confiado al castrato Bartolomeo Bartoli, con hasta ocho arias de exquisita factura. La soprano Lucia Cirillo confirió el relieve y el espesor debidos al papel con la debida perfección musical. No quedó en segundo lugar el personaje de Ottone, confiado a la contralto Sonia Prina, la gran triunfadora de la velada, por su sólida y precisa vocalidad durante el transcurso de la ópera, de gran potencia de su registro grave, espléndido comportamiento escénico y de vehemente proyección la parola scenica. Memorable su ejecución “Come l’onda”, que presenta el típico marco vivaldiano de la tempestad marina.

Muy bien también los otros intérpretes, con la frívola Cleonilla de la estupenda Giulia Semenzato y la doliente Ostilio-Tullia de Michela Antenucci, que tiene asignada la bellísima aria “Due tiranni ho nel mio core”, en que la indignación y el amor son expresados con igual vivacidad. Óptima también la prestación de Valentino Buzza (Decio) y admirable de todo punto la dirección de Diego Fasolis, que tuvo a su cargo uno de los dos claves utilizados en esta versión.

Poco que contar de la puesta en escena, reducida a la mínima expresión y desarrollada en la platea del teatro. El regista Giovanni Di Cicco supo encontrar la manera de implicar a los artistas, distanciados entre sí, para motivar sus movimientos durante las arias. Mucho más no se podía hacer. Buena la colaboración de las luces manejadas por Fabio Barettin y fieles a la contemporaneidad los atuendos de Carlos Tieppo.

Única nota discordante fue la del desequilibrio acústico. Aquellos espectadores a quienes se había situado en el escenario tuvieron, sí, el aliciente de ver toda la sala, pero su captación del sonido fue decepcionante, lo que pone en duda que una ubicación de este tipo, por mucho que pueda recordar a E la nave va de Fellini, en un teatro de herradura como La Fenice. Quizá sería mejor mantener el foso de la orquesta, la acción en el escenario, y observar la prescrita distancia entre las butacas de la platea.