Éxito vocal en una reposición envejecida

Roma

15 / 01 / 2023 - Mauro MARIANI - Tiempo de lectura: 4 min

Print Friendly, PDF & Email
lelisirdamore-operaactual-operadiroma (1) Protagonistas de 'L'elisir d'amore' en la dirección de escena de Ruggero Cappuccio © Opera di Roma / Fabrizio SANSONI
lelisirdamore-operaactual-operadiroma (1) 'L'elisir d'amore' en la dirección de escena de Ruggero Cappuccio © Opera di Roma / Fabrizio SANSONI
lelisirdamore-operaactual-operadiroma (1) 'L'elisir d'amore' en la dirección de escena de Ruggero Cappuccio © Opera di Roma / Fabrizio SANSONI

Teatro dell'Opera di Roma

Donzietti: L'ELISIR D'AMORE

Aleksandra Kurzak, Giulia Mazzola, John Osborn, Alessio Arduini, Simone del Savio. Dirección musical: Francesco Lanzillotta. Dirección de escena: Ruggero Cappuccio. 11 de enero de 2023.

Un gran éxito para los cantantes y el director de orquesta, pero mezcla de silbidos y aplausos para el regista de este Elisir d’amore que regresaba a la Opera di Roma (Ver web) en un montaje ya visto en 2011. La dirección de escena de Ruggero Cappuccio había parecido entonces novedosa, vivaz y divertida, pero ahora parece envejecida: a estas alturas se han visto ya muchos –demasiados– espectáculos con juglares, acróbatas y payasos con solistas, coro y comparsería que continuamente se empeñan en bailar al ritmo de la música del compositor de turno como si estuviesen en una discoteca, ya sea Donizetti, Mozart o Verdi. Han soportado mejor el paso del tiempo la escenografía minimalista y toda en blanco de Nicola Rubetelli y el vestuario, también casi todo en blanco aunque con brillantes toques de color, de Carlo Poggioli. Tanta blancura es un placer para la vista pero no acaba de cuajar en una ópera vivaz y luminosa, pero con muchos matices sentimentales y melancólicos.

"Y esa “Furtiva lagrima” se pudo sentir en el alma dos veces, porque Osborn concedió el bis"

Este espectáculo no deja de tener momentos acertados, en particular cuando Nemorino se queda solo en escena para su «Furtiva lagrima» mientras a sus espaldas una acróbata evoluciona delicadamente y en un equilibrio precario sobre una cinta roja como la pasión, como una alegoría del amor encantadora y sugestiva. Un momento también inolvidable, en esta ocasión, por la forma en que esta aria fue cantada por John Osborn, cuya voz no es tan atractiva como la perfección de su bel canto, no concebido aquí como una exhibición de virtuosismo como a veces se entiende, sino como ese “cantar que se siente en el alma” a que se refería Rossini . Y esa “Furtiva lagrima” se pudo sentir en el alma dos veces, porque Osborn concedió el bis.

Muchos aplausos hubo también para la Adina de Aleksandra Kurzak, de voz luminosa y límpida en el cantábile –donde alguna nota ligeramente fija no llegó a molestar demasiado– y vibrante como campanilla de plata en el agudo, aspectos que la acreditaron como una auténtica soprano ligera que tiene, además, un registro central pleno y bien timbrado ideal para los pasajes más líricos.

Alessio Arduini es un cantante elegante y comedido que no se mostró excesivamente petulante en la cavatina de entrada de Belcore, pero que retrató magistralmente a un personaje que no es solo un soldado pretencioso, sino también un hombre capaz de mostrarse galante y generoso. Del mismo modo Simone del Savio interpretó a Dulcamara más que como un bribón aprovechado –que hoy ya no engañaría a nadie–, sino como un personaje más matizado y sutil. Giulia Mazzola exhibió en el pequeño papel de Giannetta una voz que no es de comprimaria y que posee un registro agudo seguro y brillante.

Buena parte de la óptima calidad de la realización musical ha de atribuirse a Francesco Lanzillotta, quien supo resaltar los múltiples detalles de la refinada y sensible orquestación donizettiana haciendo brillar los pasajes exclusivamente orquestales como auténticas joyas. En las arias consiguió establecer una destacada conjunción entre voces y orquesta, contribuyendo así a subrayar el perfil psicológico de los personajes y manteniendo en los pasajes de conjunto un perfecto equilibrio entre orquesta y solistas. Un director que conoce pocos rivales en el repertorio belcantista.  * Mauro MARIANI, corresponsal en Roma de ÓPERA ACTUAL