CRÍTICAS
INTERNACIONAL
Éxito de la nueva ópera de Salvatore Sciarrino
Hamburgo
Staatsoper Hamburg
Sciarrino: VENERE E ADONE
Estreno absoluto
Layla Claire, Randall Scotting, Matthias Klink, Cody Quattlebaum, Kady Evanyshyn, Evan Hughes. Dirección musical: Kent Nagano. Dirección de escena: Georges Delnon. 28 de mayo de 2023.
Con 50 años de trayectoria en el género y una quincena de títulos en su haber, Salvatore Sciarrino (Palermo, 1947) continúa su singular camino en el mundo de la ópera con un estilo inconfundible que dio sus frutos más celebrados (al menos, es el título de mayor difusión) con Luci mie traditrici. Con Venere e Adone el compositor italiano vuelve al mundo de la mitología clásica que ya abordara en su primera ópera, Amore e Psiche (1973), pero el subtítulo, Naufragio di un mito, sugiere de entrada una óptica singular.
Con libreto de Fabio Casadei Turroni y el propio Sciarrino, el nuevo título varía el foco de la historia, de larga trayectoria en el mundo del arte, la literatura y también la ópera, para centrarse no tanto en los amores entre la diosa y el atractivo joven del título como en el jabalí, aquí Il Mostro (El Monstruo), que acaba con la vida de Adone. Criatura solo audible durante buena parte de la obra, acechada por dudas existenciales, una flecha de Amore le despierta una pasión irresistible por Adone, pero sus besos y caricias son en realidad ataques letales sobre el cuerpo del muchacho. En una nueva pirueta dramática, Il Mostro se transfiere al cuerpo de Adone antes de que Venere lo transforme en flor, mientras que éste asume el rol del Mostro. Todos los personajes entonan al final la pregunta irresoluble: “Chi trionfa, Amore o Morte?”.
Más que evolucionar o transformarse, el lenguaje musical de Sciarrino se ha ido refinando con los años hasta llegar a una depuración extrema en Venere e Adone: la escritura orquestal es más sugestiva que demostrativa, hecha de suspiros, frotamientos, glissandi e inflexiones microtonales que en el prólogo y el epílogo (proveedor y compendio de parte de la sustancia temática de una obra de menos de hora y cuarto de duración) adoptan un sutil tono orientalizante. La gama dinámica nunca busca las explosiones gratuitas, lo que no es obstáculo para que en alguna escena el discurso se agite.
A nivel vocal, la clara enunciación del texto prima sobre los alardes de los cantantes, más atentos a la precisión rítmica (en algún pasaje Sciarrino exige una declamación acelerada) y a la afinación milimétrica que a exigencias extremas de tesitura. En este sentido, destaca la comicidad de los intercambios entre los celosos Marte y Vulcano, los intentos del primero en captar la ayuda del ciego Amore, mientras que el Mostro despliega un canto más apasionado en su encuentro con Adone, narrado con distancia irónica por una Fama desdoblada en dos cantantes.
La Ópera Estatal de Hamburgo puso a disposición del estreno absoluto de la ópera de Sciarrino tanto al director musical del teatro como al propio intendente, Georges Delnon, para la puesta en escena. La contención emocional de la música del compositor italiano se adecúa a la perfección al estilo de Kent Nagano y su dirección precisa y sensible a la vez obtuvo de la orquesta sonoridades casi intangibles. El reparto se adaptó bien (eso sí, con ayuda en ocasiones evidente del apuntador) a la vocalidad peculiar de la partitura, destacando la lírica Venere de la soprano Layla Claire, el escurridizo Amore de la mezzosoprano Kady Evanyshyn, el buen tándem cómico establecido por el tenor Matthias Klink (Marte) y el barítono Cody Quattlebaum (Vulcano) y la compenetración de la soprano Vera Talerko y el barítono Nicholas Mogg como las dos encarnaciones de La Fama. El contratenor Randall Scotting aportó un cuerpo atlético y un canto luminoso a su apropiadamente petulante Adone, mientras que el barítono Evan Hughes dio consistencia al Mostro, el personaje, en el fondo más humano de la historia.
Con la escenografía minimalista de Varvara Timofeeva, el vestuario evanescente de Marie-Thérèse Jossen, la iluminación ajustada de Carsten Sander y los vídeos de Marcus Richardt, Delnon firmó una puesta en escena sin complicaciones, evocando un mundo antiguo con ribetes contemporáneos y dibujando con elegancia los principales trazos de la concentrada trama. Cálidos aplausos recibieron la salida de Sciarrino al final de este brillante estreno. * Xavier CESTER, crítico de ÓPERA ACTUAL
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