CRÍTICAS
NACIONAL
Éxito de Artaza en la Schubertíada vasca
Valdegovía
Schubertíada
Recital de CARMEN ARTAZA
Obras de Schubert, Mahler, Händel y Mozart. Hilko Dunmo, piano. Iglesia de Tuesta, 9 de julio de 2022.
No parece que uno esté aún en el País Vasco: poco de verde en este confín alavés, casi fronterizo a Burgos; el campo ancho, abierto, todo del color dorado de las mieses, rodeadas de montes parduzcos. La tarde recibe al público soleada, pero no calurosa; el aire seco y fresco como de Castilla. Los espectadores aguardan escuchar, dentro de la programación de la Schubertíada, en la Iglesia de Tuesta (una pequeña joya románica increíblemente conservada), de piedra blanca, luminosa y con inesperada buena acústica a Carmen Artaza, la mezzosoprano donostiarra que se hiciera el año pasado, sumándolo a otros de su carrera, con el premio Francesc Viñas, más el Mozart, más el del público, en Barcelona. Mezzo que jovencísima aún ya se había prodigado en Europa en roles de extrema dificultad y, en España, al menos en el estreno de una ópera inglesa de Albéniz y en el papel de Suzuki en la Madama Buttefly de ABAO Bilbao Opera.
Formada en Alemania, Artaza es conocida tanto como cantante operística como por saber enfrentarse a los muy distintos requerimientos del Lied, género que, dicho sea de paso, conformó parte de un programa sabiamente distribuido con toda la variedad de expresiones que exige más las dificultades y agilidades de la vocalidad de Händel y Mozart. La cantante comenzó su recital, atrevidamente todo él sin partitura, con tres de los no muy usuales Lieder de Schubert, y desde el primero cautivó la seguridad y el timbre de su voz, realmente armoniosa, y la seguridad y limpieza de su dicción. Desde ese momento se vio también que estaba muy bien sostenida por el piano de Hilko Dumno, no solo gran pianista sino verdadera repertorista, siguiendo el fraseo y cuidando adaptarse a las dinámicas que los textos exigían a la mezzosoprano.
Siguió una primorosa exposición de los Rückert Lieder de Mahler, para cerrar una, llámese, primera parte liederística con otros tres, ahora sí, de los más usuales del compositor vienés: “Auf den See”, “Ganymed” y “Der Mussensohn”, en esta última sobrada de la firmeza y la alegría que el compositor vienés puso en su música. Artaza cerraba el programa con dos arias de ópera: de la Alcina de Händel “E gelosia forza e d’amore” y de La clemenza di Tito de Mozart “Parto, ma tu, ben mio”. Aplaudidísima por el público, se regaló una propina de Obradors. * José Miguel BALZOLA, crítico de ÓPERA ACTUAL
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