CRÍTICAS
NACIONAL
Evocaciones y matices con Christiane Karg
Madrid
Centro Nacional de Difusión Musical
Recital de CHRISTIANE KARG
XXIX Ciclo de 'Lied'
Obras de Claude Debussy, Ottorino Respighi, Richard Strauss. Anneleen Lenaerts, arpa. Teatro de La Zarzuela, 7 de febrero de 2023.
La soprano Christiane Karg volvía al Ciclo de Lied del Teatro de La Zarzuela con un recital muy atractivo por la combinación de autores y obras programadas, a lo que se unía el muy inusual acompañamiento de arpa que corrió a cargo de una de las mejores intérpretes del instrumento como es la belga Anneleen Lenaerts, quien ha conseguido reunir a su alrededor a un buen puñado de cantantes. Así ha logrado ampliar el repertorio y demostrar que su arpa —que presidía majestuosamente iluminada el escenario del teatro— merece más atención de la que se le suele prestar.
La apuesta estaba ganada de antemano en Debussy, del que Karg escogió un ramillete de muy sutiles mélodies, con textos de Verlaine, Baudelaire, Banville y Bourget. El arpa se aviene como ningún otro instrumento a la recreación de esa atmósfera que es de por sí toda una puesta en escena de motivos evanescentes, incorpóreos, inaprensibles en su dolorosa fugacidad. Karg los describió, y en algunos momentos los vivió, con una especial intensidad, hecha de retención, de control, de filados perfectos y un fraseo y un color que le permitían evocar, no sin alguna sonrisa, la materialidad dejada atrás: por fortuna, cabría decir en este caso. Excelente demostración por parte de las dos artistas, de cómo se interpreta este repertorio tan exigente y particular.
Vino luego Respighi, con unas poco escuchadas canciones de sensualidad mucho más afirmada que las etéreas neblinas. Resultó fascinante la transición en las dos primeras, en particular en la “Serenata indiana” de texto acentuadamente evocador, cuando todavía reinaba en la sala el aroma impresionista y luchaba por abrirse paso una luminosidad ya mediterránea. Ni Karg ni Lenaerts forzaron la nota, a lo que contribuyó el protagonismo del arpa y la evolución hacia la vida plenamente vivida no se resolvió nunca del todo. Así que la voz permaneció, con ciertos matices, en el universo exquisito de la emoción evocada o en el de la incertidumbre como fuente de emociones.
Muy distintas fueron las canciones de Richard Strauss que abrieron la segunda parte, obras de alta intensidad lírica compuestas en buena parte bajo la inspiración de su mujer y cuya riqueza armónica, flexibilidad de articulación y suaves de inspiración, no empañan nunca, como es propio de Strauss, la precisión en cuanto a la materia descrita. Karg, que se enfrentaba a un reto importante con el cambio, demostró que también en este registro posee un instrumento y una sensibilidad fuera de serie. Como en un juego de orfebrería, perfiló sin fallos cada pieza, retrato de un estado de ánimo, de un momento de especial plenitud.
Con las Cuatro últimas canciones, que cerraban el recital, la dificultad era aún mayor: el arpa, con toda su riqueza y su amplitud, y a pesar de estar en las manos de una gran artista como es Lenaerts, alcanzó difícilmente la densidad con la que arropa y amplía el monólogo de una conciencia a punto de extinguirse, que es lo que comunican este ramillete de obras maestras. El canto, soberbio en cualquier caso, padeció un poco, como si revelara una fragilidad no del todo pertinente. Apunte menor en un recital de gran categoría, que terminó con una fina versión de una de las más sublimes de las sublimes Canciones castellanas de Guridi. A Karg, como a casi todos los cantantes de Lied, les vendría bien explorar con más asiduidad la canción española. Gran éxito y grandes y prolongados aplausos. * José María MARCO, corresponsal en Madrid de ÓPERA ACTUAL
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