CRÍTICAS
INTERNACIONAL
Estreno de un ‘pasticcio’ rossinano
Pésaro
Rossini Opera Festival
Rossini: EDUARDO E CRISTINA
Nueva producción
Daniela Barcellona, Anastasia Bartoli, Enea Scala, Grygory Shkarupa. Dirección musical: Jader Bignamini. Dirección de escena: Stefano Poda. 11 agosto 2023.
El Rossini Opera Festival inauguró su 44a edición con Eduardo e Cristina, la única obra de Rossini que nunca antes había sido representada en el certamen de Pésaro. De hecho, faltaba hasta ahora una edición crítica confiable, que tomó muchos años para poder ser realizada, porque de esta obra quedan varias versiones manuscritas diferentes entre sí, pero no la partitura autógrafa, perdida, o que probablemente nunca existió. Rossini no tuvo tiempo de componer una nueva obra y se limitó a enviar a Venecia —donde Eduardo e Cristina se estrenó en 1819— instrucciones sintéticas para indicar los ajustes que los copistas tendrían que hacer para adaptar a su nueva función una serie de piezas extraídas de sus obras anteriores, principalmente Ermione y Adelaide di Borgogna. Pero también agregó algo nuevo.
El resultado es una obra reunida con fragmentos que eran valiosos en las obras de las que procedían y que permanecen sustanciales a pesar de los cortes, modificaciones e incluso la inserción de partes de otra música tomada de aquí y allá, que a menudo las alteran considerablemente y no para mejor. El problema es que cada pieza no encaja bien con las que la preceden y la siguen, y el resultado es una serie de piezas incoherentes. Sin duda, tampoco ayuda la poca calidad del libreto. Quien defina este pasticcio” como una obra maestra comparable a las otras obras maestras de Rossini se equivoca.
En el papel de travesti de Eduardo regresó al festival después de varios años, Daniela Barcellona: la voz, aunque el paso del tiempo le haya dejado alguna huella, sigue siendo siempre milagrosa y sobre todo su canto es un modelo absoluto de estilo rossiniano perfecto, tanto que, cuando ella canta, casi se olvidan las debilidades de este conglomerado operístico. La interpretación de Cristina recayó en Anastasia Bartoli, quien demostró una voz fuera de lo común, amplia, estampada, capaz de cubrir la amplísima extensión solicitada por su parte, que reúne dos partes originalmente escritas para dos voces de soprano muy diferentes. Bartoli está en sus primeros pasos en Rossini y es comprensible que todavía no haya asimilado plenamente el estilo: sin embargo, fue un debut más que prometedor. El rey Carlos de Suecia es una pape, muy difícil, pero Enea Scala lo afrontó con total confianza y de una manera irreprochable, mientras que el joven bajo Grigory Shkarupa cantó la parte de Giacomo con una voz bien estampada, suave y ágil.
El director Jader Bignamini podría haber tratado de atenuar los desniveles entre las partes desiguales de este mosaico musical, pero no pareció importarle. Al contrario, introdujo nuevos desequilibrios en la orquesta, impulsando al máximo el estruendo de la percusión, que a cada intervención hacían casi inaudible al resto de la orquesta.
Finalmente, la firma de Stefano Poda es muy reconocible en todos los aspectos de la parte visual, dirección, escenas, vestuario, luces y coreografías. No obstante, decir que puso en escena a Eduardo e Cristina no sería exacto: de hecho hizo su propio espectáculo, incluso agradable de ver, que con la música de Rossini que sonaba de fondo no tenía ninguna relación. * Mauro MARIANI, corresponsal en Pésaro de ÓPERA ACTUAL
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