CRÍTICAS
NACIONAL
Entre ficciones y realidades dramáticas
Oviedo
Ópera de Oviedo
Leoncavallo: PAGLIACCI / Zemlinsky: UNA TRAGEDIA FLORENTINA
Nueva producción
Diego Torre, Maite Alberola, Robert Mellon, Juan Noval-Moro, Isaac Galán. Dirección: Will Humburg. Dirección de escena: Guy Joosten. Teatro Campoamor, 20 de diciembre de 2019.
Toda una declaración de intenciones expresa Tonio en el Prólogo de Pagliacci. Robert Mellon fue uno de los payasos malogrados del drama de Leoncavallo en el Viernes de Ópera de la Ópera de Oviedo. De nuevo una función con un reparto alternativo en otro de los títulos del cartel, esta vez en un programa lírico doble, que se disfrutó en el Teatro Campoamor, en una temporada en la que hay que destacar la calidad y el equilibrio de los repartos de esta iniciativa tan bien acogida por el público.
Robert Mellon y Diego Torre se impusieron entre los artistas de la compañía de cómicos que dibujó Leoncavallo, en esta ópera fundamental del movimiento verista, con esa vocalidad tan especial en las líneas líricas, para retratar la más amplia gama sentimental, desde las pasiones más oscuras que viven, entre la realidad y la ficción. Diego Torre marcó presencia desde «Creánme, más vale no jugar», en la piel de un Canio amenazante, ante la posible respuesta del payaso por los juegos amorosos de su esposa: «El teatro y la vida no son la misma cosa», dice Canio. Con todo, en esta nueva producción de la Ópera de Oviedo, la idea escénica aportó un punto de vista privilegiado desde la butaca real, en un diseño del director Guy Joosten que funcionó mejor en Pagliacci que en Eine Florentinische Tragödie, segundo título del programa, donde, aun buscando la unidad y fluidez en lo escénico propios de la etapa lírica italiana, la prolongación del Campoamor en la escena quedó agotada e incluso llegó a desorientar.
En el epicentro de los juegos amorosos estuvo Nedda, que en la piel de Maite Alberola hizo las delicias del público en páginas como «¡Qué fuego había en su mirada!»: momento evocador con la que la actriz se evade, con una voz dúctil y rica en matices. La entrada de su amante, Silvio, que interpretó Isaac Galán en ambos repartos, no tuvo quizá la misma contundencia tras el diálogo de Nedda y Tonio, pasional e irónico. Risas interrumpidas ante la paradoja del payaso que cantó Torre con solvencia a través de su famosa aria, con una voz flexible necesaria, hasta la parte cantabile y angustiosa, «Ríete payaso». En este final de primer acto ya había conquistado al público la sonoridad moderna de la partitura, en atriles de una Sinfónica del Principado de Asturias (OSPA) multicolor con todo su poder dramático, dirigida por Will Humburg. En el segundo acto la intensidad dramática fue in crescendo, con esa extraña pantomima en la que brilló la canción del Arlequín que canta Beppe, que encarnó un Juan Noval-Moro premiado por el público. «¡No, yo no soy Payaso!», en este punto que canta Canio, la solución de la trama lírica avanzó para dejar sin aliento al público, con un reparto totalmente entregado.
Hay que celebrar la programación de Eine Florentinische Tragödie (Una tragedia florentina), ópera de medios condensados que no a todo el público asturiano cautivó en sus formas, vocalidad y lenguaje poswagneriano. Se trata realmente de una obra densa en lo musical, donde la orquesta tuvo luz propia, en un juego de presiones que desarrolla la ópera de Alexander von Zemlinsky, donde Robert Mellon, aquí como el comerciante Simone, llevó el peso de la obra contundente en lo vocal, adecuado al estilo y sin mermas dramáticas en la evolución de la ópera. Hasta las amenazas al príncipe Guido Bardi, que aquí fue Diego Torre, al fijarse en Bianca, lo que llevará al asesinato del cliente a manos del marido. Con Mellon destacó en lo vocal Maite Alberola en las carnes de Bianca, con las aristas del personaje, que confunde hasta el violento final: «¿Por qué no me dijiste que eras tan fuerte?»