CRÍTICAS
NACIONAL
En busca de una voz
Madrid
El Instante Fundación
Jorge Fernández Guerra: UN TIEMPO ENORME
Estreno absoluto. Encargo de El Instante Fundación
Manon Chauvin, soprano. Mónica Campillo, clarinete. 22 de marzo de 2021.
Sobre el escenario blanco, un asiento, una partitura en atril electrónico, un perchero de alambres y unas hojas de papel por el suelo. Luego llegarán la clarinetista, que ocupa su sitio, y la cantante, con libertad para moverse. Las van dos vestidas de blanco y negro (el color queda reservado a la música). Dan vida a Un Tiempo Enorme, un espectáculo lírico dividido en cinco partes –encargo de El Instante Fundación– basado en retazos de textos de una de las grandes novelas de Samuel Beckett, El innombrable.
Su protagonista: un ser perdido en las palabras que se busca a través de la lengua, sabiendo –o tomando conciencia, a medida que articula un discurso roto y discontinuo– que esas mismas palabras en las que se expresa le traicionan una y otra vez y desestabilizan aún más la identidad que busca. Tomando apoyo en algunas sugerencias del propio texto, el compositor, profesor y crítico Jorge Fernández Guerra integra este flujo de significado precario, angustioso a veces y otras sarcástico, en un discurso musical desdoblado: la voz del personaje, encarnado por Manon Chauvin, soprano francesa residente en Madrid, que demuestra estar en estado de gracia por la intensidad dramática, la belleza de la voz y su extraordinaria ductilidad a una disciplina clásica, con las convenciones de un bel canto moderno; y la de la orquesta, sublimada aquí hasta un único clarinete –de los instrumentos más cercanos a la voz humana–, a cargo de la fabulosa Mónica Campillo, que derrochó expresividad y musicalidad en un cometido nada sencillo.
Entre las dos asumen la enorme –aunque también gustosa, es de imaginar– tarea de transformar la evocación beckettiana en una auténtica ópera, un florón más de la larga y consistente tradición de obras líricas que toman como motivo el propio género operístico. La metaópera, efectivamente, no es invención reciente. No por casualidad Fernández Guerra incluye, abriendo cada una de las partes de su obra, una cita, también cantada, del Ensayo sobre el origen de las lenguas de Rousseau, interesado en el lenguaje natural –la música, porque es el idioma de las pasiones–, firme paladín de la melodía como base del teatro cantado y compositor de una ópera breve y encantadora. El propio compositor interviene en su obra recitando algunas frases de un ensayo del filósofo francés Alain Badiou sobre Beckett.
Homenaje merecido a quien Fernández Guerra, según confesión propia, debe su lectura de El innombrable, pero que sobresatura un espectáculo ya muy cargado en lo intelectual. En su maravilloso ensayo, Rousseau distinguía las lenguas nórdicas de las sureñas, «allí donde la naturaleza es pródiga». Frías las primeras, más apasionadas las segundas, aunque lo que Rousseau echaba de menos eran las lenguas antiguas, próximas a la naturaleza y «favorables a la libertad». Es curioso cómo en Un Tiempo Enorme se escucha a veces el francés, y no tanto por el levísimo acento de una Manon Chauvin de perfecto castellano, como por el perfume mismo del texto, la disposición y –curiosamente– el color del discurso musical. Una hermosa reflexión, con sentido dramático y actualidad metapolítica, se podría decir, aunque resulta poco probable que sea así como la ópera vuelva a atraer al público general.
CRÍTICAS RELACIONADAS