Embrollos sexuales en la corte de Flavio

Bayreuth

15 / 09 / 2023 - Xavier CESTER - Tiempo de lectura: 4 min

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flavio bayreuth Una escena de 'Flavio, re de' Longabardi' en Bayreuth © Bayreuth Baroque Opera Festival / Falk von TRAUBENBERG & Clemens MANSER
flavio bayreuth Una escena de 'Flavio, re de' Longabardi' en Bayreuth © Bayreuth Baroque Opera Festival / Falk von TRAUBENBERG & Clemens MANSER
flavio bayreuth Una escena de 'Flavio, re de' Longabardi' en Bayreuth © Bayreuth Baroque Opera Festival / Falk von TRAUBENBERG & Clemens MANSER

Bayreuth Baroque Opera Festival

Händel: FLAVIO, RE DE' LONGABARDI

Nueva producción

Julia Lehzneva, Max Emanuel Cencic, Yuriy Mynenko, Monika Jägerová, Rémy Brès-Feuillet. Dirección musical: Benjamin Bayl. Dirección de escena: Max Emanuel Cencic. Ópera de la Margravina, 9 de septiembre de 2023.

Después de llevar a escena obras de compositores hoy día poco frecuentes, como Porpora y Vinci, la cuarta edición del Bayreuth Baroque Opera Festival, con su epicentro en la joya arquitectónica que es la Ópera de la Margravina, propone una figura ya consolidada en las programaciones, Händel, eso sí, optando por uno de sus títulos menos divulgados, Flavio, Re de’ Longobardi. Estrenada en 1723 con escaso éxito pese a la presencia en el reparto de Senesino, Cuzzoni y Durastanti, la ópera cuenta con un libreto de Nicola Francesco Haym que plantea los habituales embrollos amorosos: el rey Flavio desea a Teodata, a su vez secretamente ligada a Vitige, fiel ayudante del monarca. La dama es hermana de Guido, correspondido en su amor por Emilia. Los padres de ambos acuerdan su compromiso, pero una decisión arbitraria de Flavio los enfrenta, y Ugone exige a su hijo Guido que vengue su honor ante Lotario. En una resolución más expeditiva de lo normal, las dos parejas acaban juntas, pese al hecho de que Emilia se une al asesino de su padre.

El contenido dramático del argumento (hay una muerte en escena) no obsta a que la obra adopte un tono en ocasiones más ligero, justificado porque la aparente intención de libretista y compositor era presentar una sátira de la sociedad de su época, en especial las pugnas políticas entre Tories y Whigs, con el trasfondo de las convulsiones políticas que vivió la monarquía británica a finales del siglo XVII y principios del XVIII. Este factor cómico es el que realza Max Emanuel Cencic, director artístico del festival, en su puesta en escena. Como en sus anteriores montajes en Bayreuth, Cencic sabe ofrecer un buen espectáculo en el que siempre pasan cosas, y sin miedo a caer en exageraciones, incluso en francas vulgaridades.

El decorado de Helmut Stürmer se basa en seis paneles articulados que permiten múltiples configuraciones, reforzadas en su variedad de ambientes por la iluminación de Romain de Lagarde, mientras que el lujoso vestuario de Corina Grămoşteanu ayuda a situarnos en un lujoso palacio de finales del siglo XVII. Cencic recrea con notable sentido del humor y gusto por el detalle la vida en una corte, añadiendo un buen grupo de actores a los siete protagonistas de la ópera: la reina con sus damas y su enano de compañía, ministros y sirvientes, incluso una madre superiora y un sacerdote (referencia a que la esposa de Carlos II de Inglaterra era católica). La libido imprevisible de Flavio es mostrada sin tapujos: si para cumplir con sus deberes conyugales ante toda la corte necesita el estímulo de los pechos de dos cortesanas (“es por la nación”, recuerda un ministro), la erección ante la vista de Teodata provocó no pocas risas entre el público. Como también causaron jolgorio el castigo corporal de Ugone a Teodata por su relación ilícita, la escena de la bañera de Flavio (con más insinuaciones sexuales) o la avalancha de amantes en el lecho del monarca.

Dos fueron los principales problemas del montaje: un ritmo teatral en exceso entrecortado, ya que Cencic acompaña cada cambio de escena con pasajes orquestales que alargan innecesariamente la función (más de cuatro horas, incluidas dos pausas); y una mal resuelta transición de la comedia al drama tras la muerte de Lotario, inevitable cuando en las escenas anteriores el trazo es tan grueso (el drama tampoco era muy sutil, dados los gritos exagerados de la mujer de Lotario). En todo caso, cabe reconocer que los montajes de Cencic son, como mínimo, entretenidos.

"El joven contratenor francés Rémy Brès-Feuillet estuvo perfecto en su encarnación de un monarca caprichoso y despreocupado, pero la voz, de centro cálido, era corta por los extremos y demasiado ligera"

Concerto Köln es la orquesta residente este año del festival y bajo la dirección de Benjamin Bayl ofreció un sonido carnoso a la vez que dúctil, con óptimas aportaciones de oboes y flauta. Bayl supo encontrar en cada aria el tono adecuado, sin caer en la tentación de exacerbar los contrastes, de forma que los pasajes vigorosos tenían suficiente energía y los momentos de introspección una adecuada contención. Como es ya norma en Bayreuth, el reparto unía nombres consolidados con figuras emergentes, pese a que el nivel medio se situó algo por debajo de las producciones anteriores. Flavio es el teórico protagonista, pero no es el que cuenta ni con más arias ni con la mejor música. El joven contratenor francés Rémy Brès-Feuillet estuvo perfecto en su encarnación de un monarca caprichoso y despreocupado, pero la voz, de centro cálido, era corta por los extremos y demasiado ligera. El caso de Julia Lezhneva es singular. La voz es extensa y una técnica aguerrida le permite abordar con facilidad las agilidades más vertiginosas. Su Emilia, no obstante, generaba muchas dudas, por la exageración en las ornamentaciones y por una afinación no siempre precisa. Por suerte, el gran lamento del segundo acto, “Parto, sì” (premonición del “Piangerò” de Cleopatra) tuvo la unción necesaria.

El canto de Max Emanuel Cencic (Guido) fue todo lo contrario a su Emilia, un ejemplo de contención y elegancia en el fraseo que, curiosamente, eludía los excesos que su propia puesta en escena favorecía. A igual nivel, aunque con una voz más brillante, lució el Vitige de Yuriy Mynenko, mientras que la Teodata de Monika Jägerová ofrecía atractivas resonancias contraltísticas. Por el contrario, la voz grisácea de Sreten Manojlovic (Lotario) y el canto histriónico de Fabio Trümpy (Ugone) estuvieron más acorde con la puesta en escena que con las necesidades de la música de Händel.  * Xavier CESTER, crítico de ÓPERA ACTUAL