CRÍTICAS
NACIONAL
Ema Nikolovska, solo a medias
Barcelona
Petit Palau
Recital de EMA NIKOLOVSKA
Schubertíada Barcelona
Obras de Franz Schubert, Johannes Brahms y Robert Schumann. Daniel Gerzenberg, piano. 18 de mayo de 2023.
La Schubertíada de Vilabertran (Girona) tuvo el acierto de cerrar su edición de 2021 con la presentación de una joven y por entonces poco conocida mezzosoprano llamada Ema Nikolovska que ofreció un soberbio recital comentado y elogiado desde las páginas de ÓPERA ACTUAL. Pasados casi dos años y consolidada como uno de los valores en alza de su cuerda con cada vez mayor presencia en una compañía como la de la Staatsoper de Berlín, la cantante se ha presentado por fin en la capital catalana de la mano de la Schubertíada Barcelona, un proyecto de la Associació Franz Schubert, en coproducción con el Palau de la Música Catalana y el Centro Nacional de Difusión Musical (CNDM).
Pero las condiciones en las que se ha desarrollado este recital en el Petit Palau, desafortunadamente, distaron mucho de las ideales que se dieron en su día en la Canònica de Vilabertran. La sala pequeña del auditorio modernista, siempre un tanto ingrata, ofreció una imagen desangelada por la falta de público, en buena parte debido a la sobredosis de oferta musical ese día en la capital catalana. A pesar de todo, ese sería un factor nimio en comparación con el diferente respaldo musical que tuvo Nikolovska en una y otra velada, pues en el anterior contó con el lujo de tener a Wolfram Rieger al teclado, una auténtica leyenda en el repertorio liederístico que impulsó a la cantante a alcanzar altísimas cotas expresivas. Todo lo contrario que en Barcelona, donde el acompañamiento del pianista Daniel Gerzenberg no solo no aportó, sino que lastró en todo momento el vuelo canoro de Nikolovska.
Cantante y pianista estructuraron el recital en tres bloques claramente definidos, el primero dedicado a Schubert, el segundo a Brahms y el tercero al ciclo Liederkreis Op. 35 de Robert Schumann que interpretaron íntegramente. Enmarcando este programa propusieron, a inicio y final, una improvisación nada más ni nada menos que de dos poemas en catalán de Xavier Mas Craviotto procedentes de su colección La llum subterrània. Más allá de la esforzada dicción catalana de la mezzo que, como ella mismo explicó, contó con el asesoramiento de su colega en Berlín Carles Pachón, la sensación, especialmente en la pieza inicial, fue que la improvisación era solo a medias, pues se percibió un marco y evolución tonal bastante definido. En cualquier caso se trató de un ejercicio estimulante que dio pie, sin solución de continuidad, al bloque dedicado a Schubert.
Desde el primer momento la cantante exhibió ese atractivo timbre lírico y diáfano que la caracteriza, su solidísima técnica y fácil emisión, buena expansión a la zona aguda, aunque más corta en los graves, y un fraseo tan natural como refinado. En la inicial «Auf dem Wasser zu singen» pareció ya querer volar, pero algo la retuvo en suelo durante todo el recital. Gerzenberg, más allá de errores evidentes, en todo momento pareció frenar cuando debía fluir y correr cuando debía respirar. El resultado fue un cortocircuito inicial decepcionante que se amplió con la larga perorata posterior con que ambos artistas obsequiaron a los asistentes.
Algo remontaron las cosas con las cinco canciones de Brahms del segundo bloque, un compositor que parece adaptarse especialmente bien a las características tímbricas y expresivas de Nikolovska. Con este bagaje y la esperanza de remontar el recital se llegó a la bellísima colección de Robert Schumann, pero ya en la segunda pieza, la extática «Stirb, Lieb’ und Freud!», un error de concentración acabó de derrumbar un castillo de base demasiado inestable. Hasta la misma Ema Nikolovska pareció esforzarse para no aburrirse, a partir de la mitad del ciclo, de un discurso pianístico plano y errático. Solo faltó la impaciencia de un espectador por ser el primero en aplaudir cuando aún ni la cantante había podido tomar aliento para romper cualquier magia que se hubiese podido crear.
La improvisación final, pese a ser más interesante que la inicial, no fue el final más adecuado para un recital en el que, por todas estas condicionantes, se pudo disfrutar solo a medias de una magnífica cantante con un brillante futuro. *Antoni COLOMER, crítico de ÓPERA ACTUAL
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