El teatro y la vida, según Donizetti

Madrid

03 / 06 / 2021 - José María MARCO - Tiempo de lectura: 3 min

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Viva la mamma real / operaactual.com Una escena de la producción de Laurent Pelly © Teatro Real / Javier DEL REAL
Viva la mamma real / operaactual.com Pietro di Bianco, Nino Machaidze y Piotr Micinski © Teatro Real / Javier DEL REAL
Viva la mamma real / operaactual.com Carlos Álvarez, magnífico como protagonista femenino-masculino © Teatro Real / Javier DEL REAL

Teatro Real

Donzietti: VIVA LA MAMMA!

Carlos Álvarez, Nino Machaidze, Borja Quiza, Sylvia Schwartz, Xabier Anduaga, Petro Di Bianco, Carol García, Enric Martínez-Castignani, Piotr Micinski, Luis López Navarro. Orquesta y Coro Titulares del Teatro Real. Dirección musical: Evelino Pidò. Dirección de escena: Laurent Pelly. 2 de junio de 2021.

La leyenda cuenta que el famoso barítono Antonio Tamburini, en una función en Palermo, estaba cantando su papel con tanto éxito que la soprano, celosa, abandonó la escena y el cantante, ni corto ni perezoso, asumió su papel en falsetto durante el resto de la velada. Se cuenta que esta fue la inspiración de la farsa que Donizetti escribió sobre las aventuras de una compañía de ópera encargada de estrenar una ópera seria en una pequeña ciudad.

"Con mínimos recursos al 'falsetto', Álvarez concentra la comicidad hilarante en una prodigiosa exhibición de matices y colores vocales, de una imaginación sin límites"

En Viva la Mamma! (el título original, más elegante, es Le convenienze ed inconvenienze teatrali, y pudo verse aquí en 2013 por la excelente compañía Ópera Cómica de Madrid que la montó en los Veranos de la Villa) el papelón que inspiró Tamburini recayó sobre el intérprete masculino de la madre de la seconda donna, Mamma Agata, a cargo esta vez del barítono Carlos Álvarez. Ausente del Real durante demasiado tiempo, vuelve con aires de triunfo, consiguiendo una interpretación fabulosa de la madre protectora, posesiva, pero también con evidentes ganas de lucirse. Con mínimos recursos al falsetto, Álvarez concentra la comicidad hilarante en una prodigiosa exhibición de matices y colores vocales, de una imaginación sin límites y en una actuación llena de observaciones sacadas de la vida diaria, tanto o más española que italiana.

Nino Machaidze dio vida a la prima donna Daria, y consiguió, con generosidad vocal e interpretativa, sacar al personaje de la exhibición narcisista a la que parece condenada. Sylvia Schwartz, limitada a cantar mal una sola aria, lo hizo con esa delicadeza y elegancia tan propiamente suyas, apoyada en un instrumento cálido y cristalino. Borja Quiza, de medios sobrados, se divirtió de lo lindo dando vida al ridículo marido de la superdiva, muy bien en lo vocal y un poco constreñido por un planteamiento algo tópico del personaje. Xabier Anduaga lució una voz espléndida, densa y matizada, como primo tenore alemán.

En realidad, todos los intérpretes, como los excelentes Petro Di Bianco o Carol García, así como también Enric Martínez-Castignani, Piotr Micinski y Luis López Navarro, estuvieron a un gran nivel artístico y musical. Sin ellos la farsa donizettiana –que es también una venganza personal– no se sostiene, sobre todo porque, como era de esperar en Donizetti, el más elegante y humano de los compositores, la parodia es también una declaración de amor al teatro y una revelación de la fragilidad de unos personajes que viven del aplauso y la adulación. Por eso la dirección de Laurent Pelly funciona bien cuando deja a los cantantes caracterizar a sus personajes y se enfría cuando los obliga –algo que le gusta demasiado– a moverse mecánicamente. Por lo demás, la idea de situar el primer acto en un antiguo teatro convertido en garaje resulta un poco caprichosa y lúgubre, aunque eficaz en lo escénico y ciertamente melancólica.

Muy bien el Coro, y estupenda la Orquesta, con una dirección clásica, efectiva y práctica, de Evelino Pidò: todo un comentario irónico a los excesos de megalomanía que se desarrollaban en el escenario. Enorme éxito, como si el Teatro Real diera la señal de la recuperación de la vida de siempre.  * José María MARCO, corresponsal en Madrid de ÓPERA ACTUAL