El 'Ring' en el laboratorio de pruebas de Tcherniakov

Berlín

11 / 10 / 2022 - Cocó RODEMANN - Tiempo de lectura: 6 min

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dasrheingold-operaactual-staatsoperberlin (1) Una escena de 'Das Rheingold' en Berlín © Staatsoper Unter den Linden / Monika RITTERSHAUS
dasrheingold-operaactual-staatsoperberlin (1) Una escena de 'Das Rheingold' en Berlín © Staatsoper Unter den Linden / Monika RITTERSHAUS
dasrheingold-operaactual-staatsoperberlin (1) Una escena de 'Das Rheingold' en Berlín © Staatsoper Unter den Linden / Monika RITTERSHAUS

Staatsoper Unter den Linden

Wagner: DER RING DES NIBELUNGEN

Nueva producción

Michael Volle, Rolando Villazon, Johanes Martin Kränzle, Anna Kissjudit, Anja Kampe, Andreas Schager, Robert Watson, Vida Mikneviciuté, Mika Kares. Dirección de escena: Dmitri Tcherniakov. Dirección musical: Christian Thielemann. Del 2 al 9 de octubre de 2022.

Esta nueva producción de El anillo del nibelungo era un regalo de la Staatsoper Unter den Linden a su director musical, pero el ya octogenario Daniel Barenboim tuvo que ceder la batuta por razones de salud. Y como el tiempo lo cura casi todo y el gran estreno estaba pactado con la cadena de televisión Arte, que emitirá íntegramente la Tetralogía a finales de septiembre, Barenboim llamó personalmente a otro grande, Christian Thielemann. Este, aunque sorprendido, aceptó, y no solo salvó este Anillo, sino que ayudó a dirigir una producción con pretensiones de psicoanálisis que se iba ganando en abucheos a medida que avanzaba.

El director ruso Dmitri Tcherniakov traslada su Anillo de la Staatsoper a un centro de investigación de la evolución humana. Mitología cero. Wotan, el padre de los dioses, es el jefe del instituto científico, las ninfas son enfermeras, los gigantes, los nibelungos, Siegfreid y hasta la valkiria Brünnhilde son sujetos de estudio. Tcherniakov apoya su concepto una grandiosa escenografía con ocho salas decoradas años cincuenta. Todo transcurre en ese escenario, que se desplaza de izquierda a derecha, gira, baja y se eleva mostrando, en cada caso, salas de espera, una sala de conferencias, un laboratorio para medir el estrés de las participantes en el estudio y hasta una nave con conejllos de indias reales en sus jaulas. El mundo de los nibelungos es un taller en el sótano.

diwalkure-operaactual-staatsoperberlin (1) Robert Watson (Siegmund) y Vida Miknevičiūtė (Sieglinde) en 'Die Walküre' © Staatsoper Unter den Linden / Monika RITTERSHAUS
diwalkure-operaactual-staatsoperberlin (1) Michael Volle (Wotan) y Anja Kampe (Brünnhilde) en 'Die Walküre' © Staatsoper Unter den Linden / Monika RITTERSHAUS

Tcherniakov, que como siempre es su propio escenógrafo, creó ciertas expectativas con la primera entrega, aun presentando a Alberich en una jaula donde tres ninfas con bata blanca le miden su resistencia al estrés mientras él, sentado en un sillón de reconocimiento, intenta liberarse de cables que le mantienen atado.

Tcherniakov desdramatiza, desdemoniza y desmitifica sistemáticamente el Rheingold, pero Thielemann desde el podio hace exactamente lo contrario. Al principio, el maestro no solo deja que el paulatino arremolinarse y fluir del Rin –Wagner es un sugestivo descriptor de la naturaleza– resuene en todos sus detalles como una pieza de música de programa bellamente elaborada, sino que también crea la atmósfera de lo mítico. En el foso, no solo fluye una masa de agua, sino el río del destino.

"Rolando Villazón interpreta a un deslumbrante Loge con astucia e ingenio, pero vocalmente no le hizo ningún favor ni al público ni a sí mismo"

Michael Volle como Wotan, Vida Mikneviciute como Freia o Stephan Rügamer como Mime ofrecen, como casi todos los solistas, un canto textualmente comprensible y fino, grandioso y wagneriano, aunque con una excepción: el tenor mexicano Rolando Villazón, que interpreta a un deslumbrante dios del fuego, Loge, con astucia y mucho ingenio pero que, sin embargo, vocalmente no le hizo ningún favor ni al público ni a sí mismo con este papel. Los abucheos a los cantantes siempre son un no-vatio y no aplaudir habría sido la mejor opción, aunque la tormenta de abucheos a Villazón solo fue superada por la proferida al estadounidense Robert Watson en el papel de Sigmund, con la diferencia de que a este le costó mucho más encajarlo y agradecer los aplausos a quienes le aplaudieron.

En la Valquiria, la primera sorpresa fue la voz cristalina y potente de Vida Mikneviciuté en el papel de Sieglinde y puede que esa fuera la razón por la que la interpretación de Watson quedara empañada: su timbre es aterciopelado, aunque su voz resultó pequeña. Y pequeña, tan humana como una ama de casa, presentó Tcherniakov a Brünnhilde. La grandeza, el brío, la valentía, la lealtad y el heroísmo de la valquiria solo estaban en el canto de una Anja Kampe que se perdía en escena.

En el auditorio del instituto se produce el enfrentamiento entre Wotan y su amada hija. No hay fuego cuando Wotan la condena, solo unas pequeñas llamas que ella pinta en los respaldos de las sillas con un rotulador. Gracias a Volle las lágrimas fluyen.

siegfried-operaactual-berlin (1) Michael Volle (Der Wanderer) y Anna Kissjudit (Erda) en 'Siegfried' © Staatsoper Unter den Linden / Monika RITTERSHAUS
Andreas Schager (Siegfried) y Stephan Rügamer (Mime) en 'Siegfried'

Las dos últimas entregas de Tcherniakov, Siegfried y Götterdämmerung, acabaron con las expectativas. El concepto se topó con la riqueza del libreto, demasiado grande como para encerrarlo entre las paredes de un laboratorio secreto. Se hizo incomprensible, aburrido y eterno. Arrancó con Siegfried crecido en una habitación llena de piezas de Lego, demasiado salvaje e hiperactivo. Wotan, entretanto, ha dejado la dirección del instituto de investigación humana. Han pasado medio siglo y ha envejecido, como las ninfas, que por no tener que velar por el oro del Rin esperan una nueva tarea en una sala de espera. El dios de los dioses camina con un bastón y lleva el sombrero beige claro de los jubilados de hoy en día en lugar de un gorro. Su pelea con Alberich, que también es viejo, es una de las escenas más bellas de la representación.

Sin duda, el Anillo de Tcherniakov cojea. Presenta serios problemas de correspondencia y adecuación. Ambos protagonistas persiguen un anillo que carece de valor en esta producción, pues tampoco se presenta un equivalente. ¿Es la salud mental? ¿Es evitar la muerte de las neuronas? ¿Por qué los dioses envejecen si tienen las manzanas de Freia, que evitan precisamente eso? Tcherniakov deja fuera todo lo que no se ajusta a su interpretación: ni oro, ni fuego, ni espada…

gotterdämerung-operaactual-berlinstaatsoper (2) Una escena de 'El ocaso de los dioses' en Berlín © Staatsoper Unter den Linden / Monika RITTERSHAUS
gotterdämerung-operaactual-berlinstaatsoper (2) Una escena de 'El ocaso de los dioses' en Berlín © Staatsoper Unter den Linden / Monika RITTERSHAUS

Por último, Siegfried encuentra a Brünnhilde en la sala de sueño y a los pies de la cama se juran amor eterno. Lo que sucede después ya se sabe, salvo que Siegfried, en esta producción, muere en el gimnasio tras un entrenamiento de baloncesto. Hagen, papel encarnado maravillosamente por Mika Kares, le clava en la espalda la asta de la bandera del equipo del instituto.  * Cocó RODEMANN, corresponsal en Berlín de ÓPERA ACTUAL