CRÍTICAS
NACIONAL
El público joven disfruta con 'Tosca'
Barcelona
Gran Teatre del Liceu
Puccini: TOSCA
Liceu Under 35
Emily Magee, Antonio Corianò, George Gagnidze, Felipe Bou, Jonathan Lemalu, Moisés Marín, Manel Esteve. Dirección de escena: Rafael R. Villalobos. Dirección musical: Giacomo Sagripanti. 5 de enero de 2023.
El estreno barcelonés el pasado 4 de enero de la nueva coproducción de Tosca, firmada por Rafael R. Villalobos, quedó marcado las protestas y abucheos que una parte del público del Liceu espetó a las rompedoras ideas del montaje. El joven regista español propone un sorprendente y sugestivo paralelismo entre Cavaradossi, el pintor que incomoda al régimen que encarna Scarpia, y Pier Paolo Pasolini, el artista antifascista que murió asesinado en la playa de Ostia; pero el resultado no convenció si se tiene en cuenta el ruido que, por otra parte, siempre acapara más focos que la música. Por lo mismo, al día siguiente, en los momentos previos a la función #LiceuUnder 35 para público joven, no se hablaba de otra cosa.
Sin embargo, el recibimiento de la producción entre los menores de 35 años fue significativamente diferente al de la première oficial. En el estreno el descontento se manifestó incluso con la representación en marcha, concretamente durante un breve prólogo sobre la figura de Pasolini que, ajeno a la música y el texto de Tosca, Villalobos incrusta al inicio del segundo acto. En cambio, en la función exclusiva para jóvenes, en esta misma escena que tantas quejas despertó, solo se escucharon cuatro tímidos silbidos, que, más que protestar por alguna razón, parecían buscar ruido mediático. Pero duraron escasos segundos, ya que rápidamente fueron silenciados por un público atento a lo que pasaba en escena, que pidió respeto por el espectáculo y que entendió que no era el momento para mostrar desaprobación. Pero al final, durante los saludos, tampoco hubo abucheos y la platea ovacionó unánimemente a los integrantes de la producción, también a los figurantes que representaban esclavos de la maldad de Scarpia, como sucede en la película Saló de Pasolini.
El contraste de reacciones ante una misma producción, y solo con un día de diferencia, resulta, pues, significativo. Porque los decorados, los desnudos, los besos y los versos de Pasolini fueron los mismos; lo único que cambió radicalmente fue la edad media del patio de butacas. De una audiencia formada por abonados con las tarifas más caras, crítica especializada, autoridades e invitados distinguidos, se pasó en 24 horas a una mayoría de asistentes noveles, que, con cada vez más pasión por la ópera, acuden al teatro sin preconcepciones y con la mente abierta. Así, solo con esta diferencia generacional, bastó para pasar de la bronca al aplauso, un hecho suficientemente importante como para intuir conclusiones sobre el futuro de la lírica. Y es que, si el repertorio de óperas contemporáneas es escaso y difícil, parece claro que la opción más inmediata para modernizar el género operístico, evitar encerrarla en un museo y seducir a las nuevas generaciones pasa justamente por apostar por propuestas capaces de, con mayor o menor éxito, replantear los moldes de los clásicos. Y la Tosca de Villalobos ciertamente lo consigue porque, aunque es verdad que plantea muchos momentos discutibles y problemáticos a nivel escénico, resulta innegable que, en general, concibe imágenes de un gran impacto e inventa metáforas potentísimas que despiertan nuevas interpretaciones.
A nivel vocal la función estuvo protagonizada por el reparto alternativo, en el que destacó especialmente George Gagnidze en la piel del pérfido Scarpia: el barítono, con una presencia escénica imponente, dominó las dificultades del rol de principio a fin, exhibiendo en todo momento un caudal de voz exuberante, así como un timbre atractivo y armónico. A un altísimo nivel también estuvo el Cavaradossi de Antonio Corianò, que, además de poseer una sorprendente semejanza física con Pasolini, demostró una emisión poderosa al afrontar los agudos, eso sí, mucho más impresionante en la pasión de «Recondita armonia» que en el lamento de «E lucevan le stelle». Completó el trío protagonista Emily Magee, que, en el papel de Floria Tosca, pareció sentirse incómoda durante toda la representación. El público la premió igualmente con una ovación, pero en todas sus intervenciones dio muestras de insuficiencias en el volumen, así como de dudas y miedo en la colocación de los agudos.
El maestro Giacomo Sagripanti, recientemente incorporado en la producción, hizo especial hincapié en el sentimentalismo emocionante de Puccini y estuvo siempre pendiente y atento a las necesidades de los cantantes ante una Simfònica liceísta atenta al detalle. * Aniol COSTA-PAU, crítico de ÓPERA ACTUAL
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