El Hans Sachs referencial de Michael Volle

Viena

12 / 12 / 2022 - Xavier CESTER - Tiempo de lectura: 4 min

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diemeistersinger-operaactual-wienerstaastoper (1) Una escena de la nueva puesta en escena de 'Los maestros cantores' en Viena © Wiener Staastoper / Michael PÖHN
diemeistersinger-operaactual-wienerstaastoper (1) Una escena de la nueva puesta en escena de 'Los maestros cantores' en Viena © Wiener Staastoper / Michael PÖHN
diemeistersinger-operaactual-wienerstaastoper (1) Una escena de la nueva puesta en escena de 'Los maestros cantores' en Viena © Wiener Staastoper / Michael PÖHN

Wiener Staatsoper

Wagner: DIE MEISTERSINGER VON NÜRNBERG

Nueva producción

Michael Volle, Georg Zeppenfeld, Wolfgang Koch, David Butt Philip, Michael Laurenz, Hanna-Elisabeth Müller. Dirección musical: Philippe Jordan. Dirección de escena: Keith Warner. 8 de diciembre de 2022.

Viena y su ópera son una fuente continua de rumores e intrigas. Hace pocas semanas Philippe Jordan, poco amante de las puestas en escena radicales, anunciaba el deseo de no alargar su contrato más allá de la fecha prevista, en 2025. Poco después, el intendente del teatro, Bogdan Rošcić, confirmaba que, tras Jordan, no contrataría a otro director musical. Al  director suizo, pese a todo, aún le queda mucho trabajo pendiente, como la nueva producción de Die Meistersinger von Nürnberg de Wagner, una pieza que conoce bien (la ha dirigido, entre otras plazas, en Bayreuth) y con la que, más allá de polémicas, ha cosechado en el podio de la Staatsoper un indiscutible triunfo personal, a tenor de las ovaciones recibidas ya desde su entrada al foso.

Sacando el máximo provecho de la opulencia sonora consubstancial a la Orquesta de la Ópera vienesa, Jordan firmó una lectura apabullante en el buen sentido del término, con un pulso dramático infalible durante toda la maratoniana representación y una destacada capacidad para iluminar detalles instrumentales y voces singulares que a veces corren peligro de quedar sepultadas en la trama contrapuntística. A la calidez expresiva del fraseo solo se le puede reprochar en algún pasaje cierta tendencia al preciosismo, habitual en Jordan, contrarrestada por la emoción sincera de fragmentos como el delicado preludio del tercer acto. Fue también en la última parte de la partitura donde el coro del teatro, magnífico hasta entonces, se superó de forma exultante.

Las comparaciones son tan odiosas como útiles, y hace pocas semanas Frankfurt estrenaba su propia producción de Meistersinger, excelente también, aunque por causas distintas. Si el teatro alemán apostaba por el trabajo en equipo de la compañía, el coliseo vienés ha reunido un equipo de individualidades de primer nivel con resultados no menos cohesionados. El principal elemento diferencial, sin embargo, ha sido el trabajo de Michael Volle. Sin miedo a exagerar, su Hans Sachs es una de aquellas creaciones que marcan época, tal es la profunda humanidad, la verdad sin tapujos, con todas sus contradicciones, que emana del canto y la presencia escénica del barítono alemán. Porque la suya es una interpretación total, con un fraseo de una riqueza de inflexiones y matices pasmosa y una capacidad actoral de primer orden. Cada gesto, cada mirada, cada palabra, cada reacción parecen surgir espontáneamente del momento, la prueba más fehaciente del arte más auténtico, el que oculta su propio artificio. La recepción por parte del público fue atronadora.

"La de Michael Volle es una interpretación total, con un fraseo de una riqueza de inflexiones y matices pasmosa y una capacidad actoral de primer orden"

Viena reunía en un mismo reparto a tres Hans Sachs actuales en papeles dispares. Wolfgang Koch hizo toda una creación de Beckmesser, con un timbre penetrante y un fraseo incisivo que nunca recorría a la caricatura fácil, lo cual no impidió que su presencia ofreciera algunos de los mejores momentos cómicos de la noche. Georg Zeppenfeld fue un Veit Pogner de aterciopelada nobleza, el elemento más destacado de un buen equipo de maestros junto al firme Fritz Kothner de Martin Hässler. David Butt Philip abordó con brillantez la tesitura de Walther, con un canto efusivo combinado con un notable lirismo que justificó su triunfo en el concurso de canto ante la Eva de agudo radiante de Hanna-Elisabeth Müller (más rotundidad en centro y grave habría sido bienvenida). Impagable la pareja formada por el ágil David de Michael Laurenz y la consistente Magdalene de Christina Bock.

La producción venía a substituir un montaje jubilado hace 10 años que fue estrenado medio siglo antes. El mundo ha girado mucho desde entonces. Con Meistesinger, Keith Warner protagonizaba un doble debut: en la Ópera de Viena y en el título, que nunca antes había abordado. El director de escena británico centra su propuesta en la figura de Hans Sachs, en su faceta de creador a caballo de dos realidades, el arte antiguo y el nuevo, pero también sujeto a vicisitudes personales (la pérdida de su esposa, la relación imposible con Eva) y colectivas (la historia alemana). Más que a un sueño, asistimos a la encarnación física y virtual (Warner recurre con frecuencia a los vídeos de Akhila Krishnan) de las ilusiones y los traumas del protagonista. En un marco escénico neutro, diseñado por Boris Kudlička, basado en bloques móviles a distintos niveles que permiten tanto situar el coro como las proyecciones, Warner mezcla las épocas, con un vestuario de Kaspar Garner que va desde el siglo XVI hasta el XX (la segunda postguerra mundial) pasando por la época de Wagner.

El director a veces sobrecargaba de imágenes y símbolos la escena (cuervos, águilas, un Kobold o duende) y en el tramo final las referencias corrían el  peligro de desbordamiento: en el desfile de los oficios los sastres eran judíos ortodoxos, Sachs veía su propia tumba y la de su mujer bajo el escenario del concurso, Beckmesser parecía salido de la Sgt. Pepper’s Lonely Hearts Club Band de los Beatles… Warner intenta resolver la reivindicación del arte alemán por Sachs de forma confusa, con el coro confrontándolo con libros que, más allá de las primeras filas de platea, era imposible distinguir: ¿ejemplos de este arte o propuestas alternativas? Por otro lado, cabe destacar que Warner es un magnífico director de actores, con escenas de una caligrafía escénica ejemplar (la primera parte del tercer acto) y un hábil sentido de la comedia que provocó más de una carcajada. No es poco balance.  * Xavier CESTER, crítico de ÓPERA ACTUAL