CRÍTICAS
INTERNACIONAL
El gran Romeo de Anna Alàs i Jové
Linz
Landstheater Linz
Bellini: I CAPULETI E I MONTECCHI
Nueva producción en 'streaming'
Ilona Revolskaya, Anna Alàs i Jové, Joshua Whitener, Michael Wagner, Dominik Nekel. Dirección: Enrico Calesso. Dirección de escena: Gregor Horres. 11 de abril de 2021.
Ya se sabe que nadie es profeta en su tierra, pero es escandaloso que una mezzosoprano como la catalana Anna Alàs i Jové, que a estas alturas ya no tiene que demostrar nada a nadie, no forme parte del proyecto artístico de los teatros de ópera españoles. La calidad de esta cantante se ha visto una vez más confirmada por un Romeo de manual en la nueva producción de I Capuleti e i Montecchi del Landestheater de Linz. Desde la cavatina de salida («Se Romeo t’uccise un figlio»), Alàs despliega un persuasivo vuelo lírico que contrasta con la enérgica cabaletta correspondiente («La tremenda ultrice spada»). La cantante llega con comodidad a rutilantes agudos y emite poderosos graves, con riqueza de armónicos. A ello cabe añadir sus dotes de cantactriz, con una comedida melancolía en el segundo acto y con un magistral cambio de pathos a partir de «Ella è morta, o sciagurato». La gran cantante que es Alàs emerge, con conocimiento de causa de lo que es el bel canto romántico, en sinuosas frases de «Deh!, tu bell’anima», con calculados acentos patéticos en la línea canora. Brava!
Excelente la soprano Ilona Revolskaya como Julieta, con afinación impecable y fraseo magistral en «Oh, quante volte!». Para la asunción del rol de la niña Capuleto, la soprano rusa exhibe una voz con mucho más cuerpo del que acostumbran a desplegar otras intérpretes del rol. Desde su primera aparición, Revolskaya muestra las cartas de la tragedia que se avecina con una serena tristeza. Ni qué decir de la prestación sin problemas con la tesitura sobreaguda ni con las agilidades, destacando por encima de todo con «Morte io non temo» con gran expresividad. Si a ello se une la química creada con Alàs (hipnótico el «Ah! Crudel, d’onor ragioni» en el dúo «Sì, fuggire a noi non resta»), se puede concluir este apartado dedicado a los personajes protagonistas de la ópera belliniana que hubo, como mínimo, Capuleto y Montesco.
Hubo también Capuleto con el Tebaldo de Joshua Whitener, de voz limpia y con la tensión justa en su encuentro con Romeo en el segundo acto. Hubo corrección en el Lorenzo de Michael Wagner a pesar de algunas tensiones en el registro agudo (sobre todo al principio del segundo acto) y hubo desigualdades en el Capellio de Dominik Nekel.
Dirigía la orquesta un Enrico Calesso siempre al servicio de la partitura, sin sobresaltos ni genialidades, ante la corrección de los cuerpos estables del teatro austriaco. Y Gregor Horres se dedicó a deconstruir un drama que no necesita nada más que ser explicado. Los horrores del espectáculo de Horres llegaron con el imposible vestuario de Yvonne Forster y con una escenografía aséptica de Elisabeth Pedross. Una especie de concurso de fealdades, a ver quién se llevaba el primer premio. Lo ganaron todas ellas, ex aequo.