CRÍTICAS
INTERNACIONAL
El Festival Verdi festeja el aforo completo con un 'Ballo'
Parma
Teatro Regio
Verdi: UN BALLO IN MASCHERA (GUSTAVO III)
Festival Verdi
Maria Teresa Leva, Piero Pretti, Amartuvshin Enkhbat, Anna Maria Chiuri. Dirección: Roberto Abbado. Dirección de escena: Jacopo Spirei. 15 de octubre de 2021.
Por vez primera en un teatro sin restricciones, con el aforo casi completo, esta fue ya una gran fiesta. La atención sobre Un ballo in maschera (Gustavo III) dominaba el espectáculo que, sobre el proyecto de un Graham Vick abatido por la Covid-19 en su Inglaterra natal, acabaría realizando su asistente, el regista Jacopo Spirei, con el vestuario y los decorados de Richard Hudson, el diseño de luces de Giuseppe Di Lorio y los movimientos coreográficos de Virginia Spallarossa.
La ópera tuvo que someterse a la censura porque en aquella época no era concebible poner en escena un regicidio. La edición crítica de la partitura realizada por Ilaria Narici, aun mostrando una sustancial analogía con la versión normal, se diferencia de ella y no solo por el cambio de nombre de los personajes, de los que solo quedan incólumes el del paje Oscar y la infeliz Amelia, sino porque las variaciones en algunos versos alteran la métrica y, aunque en una mínima parte, el formato musical. Comprometida ulteriormente estuvo la función por una huelga convocada a última hora por algunos músicos contrarios al green pass, el certificado de vacunación Covid obligatorio en Italia. Motivo adicional para loar la labor de Roberto Abbado, quien desde el podio conseguiría llevar la representación a buen puerto y con óptimos resultados. Lectura muy convincente la suya, atenta a unas dinámicas que no se sobrepusieran al canto y a la escena, con una tensión ideal del ritmo narrativo y una eficaz agógica que diera el necesario respiro a los solistas para emerger de la mejor manera posible. Coadyuvó a la cohesión general la muy buena prestación del coro, impecablemente dirigido por Martino Faggiani.
Muy bueno el reparto reunido. En los cometidos menores hay que mencionar el Criado del Conde (o de Amelia, para evitar la confusión) de Federico Veltri y el Ministro de Justicia (al que se libera del «immondo sangue dei negri» a favor de un más políticamente correcto «S’appella Ulrica la Sibilla») entonado por el vivaz timbre tenoril de Cristiano Olivieri. Dos bajos de mérito en los dos conspiradores, Fabrizio Beggi (Ribbing) y Carlo Cigni (Dehom). Apreciable la participación del barítono Fabio Previati, aquí Cristiano y ya no Silvano.
Giuliana Ganfaldoni fue un Oscar de voz agradable, que ejecutó bien la cadencia que alcanza el Do en el concertante «È scherzo od è follia» y las dos ballatelle a su cargo. Anna Maria Chiuri fue una Ulrica sencillamente perfecta, sin forzar nunca las notas de pecho y adaptándose con convicción a una puesta en escena que hacía de ella un personaje irónico y casi burlón tanto en sus confrontaciones con Amelia como con el Rey, incorporado éste por el tenor sardo Piero Pretti, muy atento a la vertiente expresiva del personaje e incisivo en el fraseo. Excelente también la Amelia de Maria Teresa Leva, soprano exquisitamente lírica, brillante en el agudo y contando siempre con el apoyo justo, apreciable en los pianissimi y en las messe di voce. Debutante en el papel, el barítono mongol Amartuvshin Enkbat triunfó gracias a la belleza de una voz que parece realmente besada por los dioses y que completa con un fraseo y un acento que no dejan de suscitar admiración. Tras el aria «Eri tu» recibió el aplauso más convencido y prolongado de toda la velada.
El espectáculo era un homenaje póstumo al regista fallecido y debe ser tomado con circunspección. Se perdió la ocasión, en efecto, de profundizar en los personajes al volver a la realidad histórica, pues el insistir en la degeneración de una corte lasciva y hacer que Gustavo no satisfecho con su propia homosexualidad asedie por diversión a una mujer es un forzamiento innecesario de la música y la dramaturgia verdianas, donde el amor se sacrifica en nombre de la amistad. Además, y ante la ausencia de Vick, se sucedieron las soluciones repetitivas, deformando así aún más un espectáculo monótono y decididamente feo. * Andrea MERLI, crítico en Italia de ÓEPRA ACTUAL
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