CRÍTICAS
NACIONAL
El embrujo de Louise Alder
Barcelona
Festival LIFE Victoria
Recital de LOUISE ALDER
Obras de Gounod, Chaminade, Berlioz, Strauss, Schumann, Lachner, Puccini, Verdi y Donizetti. Stef van Herten, trompa. Sholto Kynoch, piano. Sant Pau Recinte Modernista, 15 de noviembre de 2019.
A estas alturas ya es incuestionable que el Festival de Lied Life Victoria se ha convertido en uno de los ciclos musicales más estimulantes y con mayor expansión del panorama musical barcelonés, todo un festín para liederófilos militantes. La edición de este año, que ahora ha llegado aproximadamente a la mitad de su recorrido en sus distintos formatos y espacios, ha deparado momentos fascinantes en recitales como los de Stéphane Degout o Dorothea Röschmann. Ha ocurrido lo mismo con la visita de la soprano Louise Alder que embrujó, literalmente, al público que ocupaba la Sala Domènech i Muntaner del recinto modernista de Sant Pau.
La soprano inglesa, que está protagonizando una importante carrera, había dejado excelentes sensaciones el año pasado en el Palau, donde bordó a la protagonista de Semele, de Händel, bajo las órdenes de John Eliot Gardiner. Su presencia escénica, su evidente talento teatral, su bella voz y el dominio de la misma, con una impecable utilización del vibrato, la valió un éxito personal indiscutible. Pero aquello era Händel, y la ópera barroca tiene sus códigos propios. Ahora era el momento de comprobar su desenvoltura en recital, y más concretamente en el estilísticamente exigente repertorio liederístico.
Y a fe que Alder convenció, o más bien fascinó, con un programa variado y exigente, acompañada al piano por un exquisito Sholto Kynoch, creador y director artístico del Oxford Lieder Festival, y la participación del solista de trompa Stef van Herten, que aportó calidad, un sonido aterciopelado y bonito fraseo tanto en la pieza inicial de Gounod como en sus intervenciones en Alphorn, de Richard Strauss, Frauenliebe und Leben, de Lachner y L’amor funesto, de Donizetti.
Desde el primer ataque, con una canción de Cécile Cheminade (esta edición del festival está dedicada a mujeres compositoras), se hizo patente que Alder seduce a la audiencia por una luz especial, un timbre bellísimo que parte del registro de lírico-ligera pero que claramente se expande hacia una lírica de libro, con un centro y grave bien proyectados y redondeados, capacidad de sombrear el color sin artificios y, por descontado, agudos impecables. Si en la mélodie française se mostró cómoda, aunque parapetada tras el atril, con el bloque dedicado a Strauss llegó la primera traca de la noche. Los grandes hits straussianos, como Zueignung, Ständchen, Die Nacht o Allerseelen sonaron frescos y emotivos, dichos con delectación y detalle, incorporando recursos trabajados como la perfecta graduación del crescendo en Die Nacht o en la estrofa final de Zueignung. Mención especial aquí para Sholto Kynoch, que se fusionó con la cantante en cada una de las intenciones y la acompañó por todos los recovecos expresivos con un sonido acariciante y pulsación precisa.
La segunda parte se abrió con Schumann y sus Lieder und Gesänge aus Wilhelm Meister. Más allá de Strauss, es en canciones como las de Schumann en las que se pone a prueba a una gran liederista. Como hizo Röschmann hace unas semanas con las canciones de Maria Estuardo, Alder se enfrentó aquí a los míticos versos de Goethe (Kennst du das Land) de manera interiorizada pero muy expresiva y con dramatismo de buena ley. La confirmación de una liederista de primer nivel que, en el tramo final del recital, en un nuevo e inesperado giro, interpretó canciones de Puccini, Verdi y Donizetti mostrando, de nuevo una capacidad de adaptación de auténtico todoterreno. Dos propinas, dedicadas a Humperdinck y Reynaldo Hahn, mantuvieron el embrujo de una gran velada. Una vez más, gracias al Life Victoria.